Daegal y el dragón morado se movían sigilosamente por la orilla del rio, anteriormente habían visto huellas de pezuñas de lo que parecían ser de un alce de gran tamaño y peso, así que podría ser el alce blanco de las historias. Aldous le había enseñado a Daegal algunas técnicas de rastreo, así podría localizar más rápido al alce blanco, y con la aparente habilidad de olfateo de su dracónico amigo, algo bueno podría salir de ello.
Llevaban bastante tiempo caminando, ambos tomaron un poco de agua del rio y siguieron su camino, el sol estaba en su punto máximo, el sudor recorría la cabeza de Daegal, pero el dragón morado no parecía afectarle el sol, quizás por sus características draconicas.
-Como quisiera ser un dragón...
El dragón miro a Daegal de manera confusa.
-Ya sabes, no sentir calor, al menos eso me protegería de este sol, parece que en cualquier momento me derretiré.
El dragón morado soltó una sonrisa pequeña, Daegal noto esto y también soltó una sonrisa casual.
Pero en ese momento se escuchó un sonido de los arbustos moviéndose, lo que hizo que ambos giraran la mirada en la dirección de dónde venían los sonidos.
Se acercaron ambos a los arbustos por direcciones opuestas, para cerrarle la vía de escape a lo que fuera que hiciera ese sonido. Todo se puso blanco. De la nada salió un destello blanco que cegó a Daegal y lo hizo arrojarse al suelo retorciéndose por la repentina ceguera. Pero el dragón morado podía ver por alguna razón lo que pasaba a través de esa brillante luz. Era el, justo lo que buscaban, el alce blanco, haciendo presión con sus patas traseras al punto de enterrarlas en la tierra y apoyándose con las patas delanteras, el dragón se preparó para arremeter contra el animal.
Daegal recupero rápidamente la vista luego de ese destello y vio al dragón dar una tacleada contra su objetivo, el alce blanco. Se levantó la tierra de donde estaba parado el dragón purpura y este iba a toda velocidad contra el alce, sus cabezas chocaron una contra la otra, se escuchó un enorme estruendo, parecía que el tiempo se había detenido, una onda que venia del choque de las cabezas del alce y el dragón parecía distorsionar el espacio.
Daegal escucho muy claramente esa palabra que parecía venir del alce blanco.
El dragón empezó a batir sus alas para no perder impulso y presión sobre el alce, estaba volando. Aun así, el alce parecía no perder terreno, todo lo contrario, estaba empujando al dragón en el aire, pero el dragón uso más fuerza pero no parecía cambiar. El alce bajo la cabeza rápidamente haciendo que el dragón siguiera derecho y perdiera el equilibrio, en ese momento el alce movió rápidamente la cabeza hacia arriba golpeándola con la quijada del dragón y lanzándolo hacia arriba.
-Crees que me capturaras, se tardaron pero finalmente me encontraron, de mí solo obtendrán lucha y sangre.
El alce parecía estar comunicándose, en ese momento Daegal le dio un grito ante las palabras del alce.
-¡De qué demonios estás hablando!
El alce giro la cabeza en dirección a Daegal, aquel niño parecía confundido, el alce entrecerró los ojos y pensó que quizás se había equivocado, el niño y el dragón no parecían ser de las mismas criaturas que lo perseguían en la tierra oscura, parecían inofensivos. Quizás él se había equivocado y todo se trataba de un enorme malentendido.
Los enormes cuernos del alce empezaron a emitir un brillo débil como si se estuvieran cargando o algo parecido. Daegal se dio cuenta de lo que significaba y cerró los ojos rápidamente, inmediatamente un enorme destello de luz blanco cubrió todo el área, pero esta vez Daegal se había preparado y abrió los ojos rápidamente y corrió directamente hacia el alce, el dragón estaba en el suelo recuperándose del golpe, todavía estaba aturdido.
El alce blanco dio media vuelta y se metió dentro del bosque a toda velocidad mientras era perseguido por el chico, el alce corría a gran velocidad y parecía que Daegal le iba a perder el rastro, pero en ese momento salió el dragón morado con una cara de enojo por haber recibido ese golpe en la cara, estaba volando a gran velocidad en medio de los árboles y arremetió contra la espalda de Daegal y lo monto sobre su lomo, el chico y el dragón eran uno, y su objetivo era capturar el alce blanco.
Aldous y Adelaida estaban también en la búsqueda del alce blanco. Adelaida encontró unas huellas que parecían ser de un alce lo cual llamo rápidamente la atención de Aldous.
-Parece que estamos cerca de nuestro objetivo.
Mientras que Aldous decía esto puso una sonrisa algo macabra, el espíritu de cacería se había apoderado de su cuerpo, lo cual Adelaida puso una sonrisa forzada. Ambos siguieron en la búsqueda del alce, Adelaida le pregunto a Aldous.
-¿Esto tiene algún sentido?
A lo que Aldous se detuvo en seco y dándole la espalda a Adelaida le respondió.
-Sabes, quiero que Daegal aprenda a defenderse solo, aunque tiene a su madre, su padre desapareció hace mucho tiempo cuando fue llevado por el ejército del reino de espinas para servir como soldado. A veces tiene una mirada solitario, y no quiero que se sienta mal.
-Sabes, Aldous... Eres una gran persona, a pesar de ser un cobarde que escapo del ejército.
Adelaida empezó a reírse muy fuerte y eventualmente Aldous también, fue un momento de calma.
-¿Cómo es la guerra? ¿Da miedo?
Ante esta repentina pregunta hecha por Adelaida, Aldous puso una mirada sombría, como si hubiera recordado algo que no quería recordar y respondió.
Ante esta respuesta, Adelaida se quedó en silencio, normalmente ella respondería de forma sarcástica con alguna broma, pero esta vez era diferente, noto que las manos de Aldous temblaban y en su mirada solo había miedo e ira. No era la primera vez que Adelaida notaba este comportamiento en Aldous, anteriormente ya lo había visto así en situaciones muy específicas.
-Perdón, no quería presionarte o algo por el estilo, solo tenía curiosidad.
-Tranquila, eso ya es el pasado, pero si quieres, puedo contarte algo de lo que paso y la razón por la que escape.
Adelaida se quedó quieta mientras Aldous seguía caminando en busca del alce blanco. Aldous se dio cuenta de esto pero no le presto importancia, Adelaida siguió a Aldous inmediatamente.
Ante esta acción, Aldous empezó a contarle su historia, la historia de cómo conoció el miedo, la desesperación y la ira por primera vez.
El reino de espinas, era un lugar bastante grande, la arquitectura medieval estaba envuelta por gran variedad de plantas que habían crecido entre los muros del reino, los follajes espinosos se habían enredado entre las calles y torres del reino, y llevaba así cientos de años y realmente no era algo que le incomodara a los habitantes del reino. Entre esos habitantes había un joven, él tenía 14 años, cabello negro largo, ojos claros, no muy fuerte pero tenía gran habilidad para las batallas, había aprendido a manejar la espada por sí mismo, y era bastante bueno en ello, su nombre era Aldous.
Se había ido a presentar al ejercito por voluntad propia, le emocionaba la idea de ir a la guerra, las batallas, la gloria, las mujeres, todos esos factores eran algo que al joven Aldous le emocionaban de sobremanera. Estaba en una especie de coliseo con un montón de aspirantes a soldados, algunos por voluntad propia y otros habían sido reclutados por la fuerza de varios lugares del reino.
En el coliseo se abrió una puerta, y dentro de ella venia un soldado un poco más grande que una persona promedio, robusto, piel trigueña, cabello negro corto y una cicatriz en su mentón. Llevaba una armadura verde esmeralda y en el pecho el símbolo del reino tallado, una rosa envuelta en follaje verde con un fondo amarillo. Este hombre lo llevaba con bastante orgullo.
-¡Haber bola de inútiles, no me importa las razones por las que vinieron aquí o de donde vinieron, en este maldito lugar todos son iguales, un montón de mierdas!
Esta frase hizo que todos los que estaban dentro del coliseo se pusieran nerviosos, el sudor empezó a recorrer la cabeza de varios presentes, miedo era el único aroma que se sentía en el lugar bajo el sol abrazador. Pero había alguien al que esto solo le generaba emoción. Aldous. Él puso una mirada con determinación y una sonrisa de lo más cínica, este ambiente era lo que el chico de 14 años claramente había buscado toda su vida, su pasado, su linaje, nada de eso importaba aquí, como había dicho ese sujeto gigante, todos eran mierda.
-Mi nombre es Badulf, pero a partir de ahora, se dirigirán a mi como comandante, los soldados pasaran a entregarle sus armaduras y espadas de entrenamiento, quiero ver que es lo que saben hacer, y a partir de ahí, se les asignaran sus labores.
Aldous fue a ponerse la armadura, cogió su espada de madera, se sentía más liviana que las espadas que el utilizaba para practicar en su pueblo. Esto lo único que hizo fue darle más confianza al chico. Todos fueron divididos en parejas para el entrenamiento. Aldous fue asignado para pelear con un chico aparentemente de su misma edad pero un poco más delgado, no empuñaba bien la espada y parecía un poco temeroso. Aldous se presentó extendiendo la mano hacia el chico del frente.
-Hola, me llamo Aldous, mucho gusto.
-Hoa... Digo hola, perdón, estoy un poco nervioso, jeje...
-No importa, espero que estés listo.
Aldous apretó fuertemente la empuñadura de la espada y dio un paso al frente, en respuesta el chico delgado que tenía como oponente dio un paso atrás. Aldous salto hacia el frente y arremetió con todas sus fuerzas al chico en un ataque enérgico.
Parecía que la espada de madera de Aldous iba a desgarrar el aire, el chico puso su espada al frente para protegerse del potente ataque de Aldous, pero esto no fue suficiente, ambas espadas chocaron, pero la espada del chico fue partida en dos, las astillas de la madera volaban por el aire en cámara lenta, y en medio de los trozos de madera volando se veía la cara de Aldous como un depredador sediento de sangre mirando a su presa, esto era lo que veía aquel chico escuálido, un monstruo. El chico se resbalo hacia atrás y Aldous agito su espada a gran velocidad directamente hacia su cuello y un segundo antes del impacto, Aldous se detuvo.
Eso fue lo que dijo Aldous luego de haber eliminado a aquel chico con suma facilidad, y al instante ambos chicos se dieron cuenta que habían llamado demasiado la atención porque todos los demás guerreros que estaban entrenando a su alrededor se habían detenido solo para verlos, esto llamo de inmediato la atención del comandante Badulf. A lo que este bajo por las escaleras y le hablo directamente a Aldous.
-Tienes energía chico, a ver como lo haces conmigo.
Ante esta declaración, lejos de asustarse, Aldous puso nuevamente una mirada llena de determinación y su típica sonrisa cínica, Badulf noto esto de inmediato, a lo que saco su espada que colgaba de su cintura y le dijo a los soldados que le dieran una espada real a Aldous a lo que este en voz baja dijo para sí mismo: -De eso estamos hablando.
Todos las demás que estaban en el coliseo se habían sentado en las graderías listos para presenciar una batalla entre el comandante Badulf y el chico nuevo con espadas reales, cualquier mínimo movimiento significaría el fin para alguno de ellos.
Badulf y Aldous apretaron con fuerza la empuñadura de sus espadas, arrastraron lentamente su pie derecho hacia el frente, el sol estaba más fuerte que de costumbre y eso hacía que todos los presentes traspiraran con fuerza, algunos cuervos estaban posados sobre los muros del coliseo como si esperaran que aquí ocurriera una masacre, todos miraban con atención a estos dos guerreros. Definitivamente Aldous se había hecho notar, todas las miradas estaban sobre él, pero lo que haría a continuación nadie se lo esperaba.
Aldous uso la punta de su espada sobre la tierra para lanzar arena en la cara de Badulf, aunque no era algo honorable, si fuera el campo de batalla real, cualquier cosa valdría con el fin de salvar tu vida, esos eran los pensamiento de Aldous. Todo parecía ir de acuerdo al plan, pero Badulf vio a través de la estrategia de Aldous y uso la hoja de la espada para cubrirse la cara de la tierra que le había lanzado Aldous e inmediatamente evito el primer ataque agito su espada en contra del chico, Aldous no había previsto esto, era muy diferente a las peleas que había tenido con la gente de su pueblo, la espada de Badulf estaba dejando una estela de luz y casi se había desaparecido en el aire. Aldous apretó con su mano derecha la empuñadura de la espada y con la mano izquierda agarro la hoja para así lograr distribuir un poco el impacto. Ambas espadas chocaron y las chispas de estas volaban por el aire, las dos hojas chocaron continuamente entre sí, en el rostro de Badulf se reflejaba una mirada con apetito, apetito de sangre. Ante este frenético ataque, Aldous necesitaba pensar en algo rápido, o si no realmente podría morir.
-Mierda mierda mierda. Realmente voy a morir así, aun no eh hecho nada, que hago...
Esos eran los pensamientos que recorrían la cabeza de Aldous. Badulf levanto su espada lo más alto posible para dar un golpe contundente y acabar con esto, esa fue la brecha que Aldous necesitaba, inmediatamente se impulsó hacia el frente y golpe el estómago de Badulf con la empuñadura de su espada alejándolo un poco. Ese ataque era necesario para alejar a Badulf, de no hacerlo iba a morir en el próximo ataque, Aldous recupero un poco el aliento, entre las grietas de su armadura escurría el sudor que salía de su cuerpo, estaba cansado pero todavía no había perdido. Por otro lado la armadura esmeralda de Badulf se había abollado en el estómago, eso no pareció gustarle mucho a él pero de alguna forma mostro una sonrisa, su espirito de pelea se había despertado.
-Tienes habilidad chico, tengo que admitirlo, serás un gran guerrero...
-... ¡Pero eso solo será si sobrevives!
Badulf corrió directamente hacia Aldous con gran velocidad y agito nuevamente su espada pero en esta ocasión la espada desapareció de la vista de Aldous a lo que este rápidamente puso la espada protegiendo su lado izquierdo, cuando sintió el enorme golpe que vino de aquel costado protegido (por fortuna), los pies de Aldous dejaron el suelo y este fue arrojado por los aires, aquí no había habilidad o algo por el estilo, era pura fuerza bruta, y era algo contra lo que Aldous no podía competir.
Aldous fue arrojado varios metros del punto de impacto, su espada tenía una grieta en la hoja, su brazo izquierdo estaba escurriendo sangre desde dentro de la armadura, solo ese golpe había causado un daño considerable, toda su confianza había sido pisoteada por el poder monstruoso del capitán Badulf. Pero aun así se puso de pie, esto no había terminado, Aldous respiraba erráticamente, sus pupilas miraban para todas direcciones, ese golpe lo dejo bastante aturdido y necesitaba poner sus pensamientos en orden.
Ante estas palabras pronunciadas por Badulf, Aldous puso una mirada confusa.
-Ya no puedes luchar, ya has dado todo de ti y tu brazo sangra mucho, necesitamos buenos soldados, ve a descansar.
Badulf era un loco de las peleas, pero también era un comandante, él era consiente que necesitaban buenos guerreros en perfectas condiciones y sería un desperdicio perder a un buen soldado como Aldous, guardo su espada y se fue del coliseo, a lo que Aldous soltó su espada y se desmayó fuertemente sobre el piso, aunque tenía una sonrisa en su rostro de total satisfacción.
Algunas horas habían pasado, Aldous se despertó en la enfermería del ejército, estaba un poco mareado y por alguna razón le temblaban las manos, puso una sonrisa soberbia en su cara y se puso de pie.
Una vez vestido con su armadura un soldado entro a la enfermería y llamo a Aldous para que se presentara rápidamente en el coliseo. Aldous se dirigía al coliseo por los pasillos de las instalaciones llenas de flora fundida entre las paredes de la estructura. Una vez salió del pasillo se encontraba dentro del coliseo, todos los reclutas nuevos estaban formado, Aldous se hizo camino en algún lugar del pelotón y se acomodó lo más al frente posible.
Al frente de todo el batallón se encontraba Badulf escoltado con 3 soldados más que parecían ser de alto rango porque en sus armaduras llevaban unas capas verde esmeralda con un bordado de una rosa envuelta en follaje verde con un fondo amarillo, el escudo del reino. Pero el que más destacaba sin lugar a dudas era Badulf el cual estaba al frente de todos y empezó a decir algo de lo que se podría comentar que es un discurso o algo parecido.
-No todos nacen para ser guerreros, pero aquí los volveremos uno. Algunos se encargaran de ser escuderos, otros cocinan, los que tengan conocimientos médicos se les asignara un equipo y los que no se les enseñara igualmente. Y otros serán dirigidos directamente al combate, aquellos con más habilidad se irán conmigo. Y Aquellos seleccionados para tan importante cargo son...
Badulf empezó a nombrar nombres aleatorios. Aldous estaba apretando su puño derecho, sabía que el tenían habilidad, pero también sabía que había perdido, así que no tenía seguridad de si sería seleccionado para ir al frente o ser un insignificante cocinero.
El tiempo para Aldous se paró por un instante, no había nada, solo silencio, las manos de Aldous temblaban luego de escuchar su nombre ser mencionado por Badulf.
-Todavía eres muy joven e inexperto para ser mi derecha, pero por el momento puedes estar en mi guardia personal.
Aldous apretó sus dos puños a tal punto que empezaron a sangrar con intensidad, y desde el fondo de su garganta salió un grito.
-¡De eso estamos hablando! Obviamente sería un desperdicio dejar a alguien como yo fuera del campo de batalla, buena decisión, muy buena de hecho.
-¡No seas tan presumido mocoso! Miremos como puedes manejar tu espada cuando llegue el momento en el campo de batalla.
Aldous era un entusiasta de las batallas, aunque no había experimentado una a gran escala. Pero con esto en mente, Aldous había llegado a su objetivo, pertenecer al ejército del reino de espinas. Esa noche los nuevos reclutas fueron a celebrar a un burdel cercano al coliseo que era muy popular entre los soldados del lugar.
Esa noche Badulf había sido solicitado al castillo de la reina, las paredes del castillo estaban más llenas de flora que el resto de la ciudad, parecía que la flora que crecía dentro del castillo había sido criada con cuidado para que le diera un poco más de misticismo al lugar. Los pasillos tenían antorchas en las paredes para iluminar el camino hacia la sala de la reina, ahí era el destino de Badulf.
Se abren las puertas de la sala de la reina y entra Badulf, había una mujer delgada de cabello negro largo que le llegaba hasta la cintura, con un vestido verde esmeralda, piel blanca y ojos verdes igual que su vestido, una expresión fría a pesar de su enorme belleza, se encontraba sentada en un trono envuelto de rosas sin espinas y rodeada de varios hombres mayores, eran sus consejeros de guerra.
El lugar tenía cierto nivel de humedad, quizás por las plantas que eran constantemente regadas por la servidumbre, la reina tenía un gusto particular por toda la flora. Había un solo candelabro alumbrando toda la amplia sala de la reina.
Aquella mujer tenía su mano izquierda abriéndose y cerrándose, a través de sus ojos esmeraldas miraba directamente al inclinado Badulf.
-Para que solicito mi presencia, reina Berenice.
Con una voz delgada pero llena de autoridad, la reina Berenice empezó a hablar.
-¿Sabes lo que está pasando al norte del país?
-Algo eh escuchado mi reina, pero nada en concreto.
Berenice miro de forma despectiva a Badulf y siguió hablando.
-Distintas bases que tenemos al norte de la frontera con el reino del desierto fueron atacadas por enemigos desconocidos. Lógicamente enviamos mensajeros a la capital del reino del desierto lo cual ellos negaron haber atacado nuestras bases. Aunque no confió mucho en ese rey despreocupado, al menos estoy segura que no es un mentiroso.
-Entonces tenemos alguna idea de...
Inmediatamente Badulf hablo fue interrumpido por la reina Berenice.
Toda la sala queda en un silencio sepulcral, solo se escuchaba el viento soplando por las ventanas de la sala. Berenice continúo explicando la situación.
-Creyendo en la palabra del rey del desierto, podemos asumir que tenemos un enemigo invisible intentando rebajar nuestras fuerzas en el norte por alguna razón que desconocemos. Ahí es donde entras tú. Mis consejeros me han dicho que eres un soldado bastante competente, has participado en muchas batallas a través de los años y generándole múltiples victorias al reino, así que ahora quiero que agregues una más.
El aun inclinado Badulf estaba sudando a través de su armadura, trago un poco de saliva y siguió escuchando las palabras de la reina Berenice.
-Por eso, serás asignado a una de las bases del norte para que las custodies, y si el enemigo ataca, eliminar a la cantidad de ellos y conseguir información al respecto, podrás llevar 30 hombres de tu elección para tal tarea.
Ante sus palabras, Badulf solo asintió y se retiró de la sala de la reina mientras que Berenice entre cerraba los ojos y lo miraba alejarse.
Badulf salía de la capital a caballo junto con 30 hombres de su elección, entre esos estaba un joven Aldous listo para la batalla. No sabía lo que le esperaba en la frontera, pero él estaba listo para lo que fuera.
Todo el pelotón había salido hace unas horas de la capital, ahora estaban a campo abierto, con un sol abrazador que hacía que los soldados agotaran rápidamente el agua. Los insectos no paraban de molestar con las picaduras, y el joven Aldous tenía una cara de amargura, o tal vez aburrimiento o quizás ambas.
-Esto no era lo que pensaba.
Un insecto pico la parte trasera del cuello de Aldous a lo que este con su mano izquierda golpeo su cuello.
-Mierda, maldita sea este lugar.
Al lado de Aldous se acercó otro soldado en caballo, un joven enclenque, era el que había derrotado en el coliseo la primera vez que asistió ahí. Su nombre era Bard.
Este chico era delgado, cabello negro corto, ojos claros, piel un poco oscura, no muy alto, y muy amable para estar en este lugar. Para no aburrirse, Bard le puso algo de conversa a Aldous.
-Oye Aldous, estoy un poco nervioso por esta misión, ¿Tú no lo estás?
-Bueno, se podría decir que sí, pero por razones diferentes.
Bard hizo una cara de confusión ante la declaración de Aldous.
-Ya sabes, esta es una misión que le encomendó la reina Berenice en persona al comandante Badulf. Si completamos esto con éxito, seguro nos darán a todos una jugosa recompensa, es decir, más batallas.
Brad puso una sonrisa nerviosa.
-Realmente eres una persona increíble Aldous.
-Ya sabes, eres fuerte, habilidoso con la espada, y el comandante te tiene en alta estima.
-Si lo pones así, supongo que ahora tengo mucha presión encima.
Aldous y Bard se empezaron a reír, contagiando del buen ambiente a los demás soldados, Badulf los observaba de reojo y soltó una sonrisa y siguió mirando al frente.
La mayoría de soldados estaban durmiendo y habían unos pocos de guardia, se turnaban entre si cada cierto tiempo. Uno de los soldados fue a orinar a unos arbustos un poco lejos del campamento. Aquel soldado se bajó un poco el pantalón y sintió una punzada fría que luego se volvió un enorme calor que subía desde su entrepierna hasta el resto de su cuerpo. Un inmenso dolor recorrió todo su cuerpo, su entrepierna tenía una daga clavada, el líquido espeso se deslizaba por sus piernas, y antes que pudiera gritar, una daga más se clavó en su cuello, mientras convulsionaba en el suelo sin poder decir una sola palabra, unas figuras salieron desde la oscuridad de la noche.
Aldous dentro de su tienda de campaña, no tardo en percatarse que algo no estaba bien, había un silencio antinatural distinto al silencio de la noche corriente, escucho una rama romperse, un paso suave cerca de su campaña, a través de la delgada tela vio una sombra, cualquiera pensaría que es un soldado, pero los que estaban de guardia no se limitaban a andar tan callados y despacio, de hecho no les importaba si sus compañeros dormían bien o no, solo caminaban alrededor como les viniera en gana, por eso esto era extraño, lentamente movió su brazo derecho y agarro su espada, podría equivocarse y solo era un soldado que si le preocupaba el descanso de sus compañeros, pero era un todo o nada, si se equivocaba, luego podría ser castigado y lo aceptaría.
Aldous tomo impulso, y se lanzó con la espada en dirección hacia la sombra, la espada atravesó la tela de la tienda de campaña e impacto contra el cuerpo dueño de la sombra, rápidamente la tela que era de un color amarillo se tiño de un rojo fuerte, Aldous con su mano restante aparto la tela del frente y vio a un hombre convulsionando por la herida, aquel hombre usaba una armadura muy simplista, solo protegía su torso, el resto estaba cubierto por telas gruesas, que incluso cubrían su rostro, eran ladrones. Aldous inmediatamente escucho los gritos de Badulf: '' ¡Estamos bajo ataque!''.
Muchos hombres que vestían similar al que había matado Aldous rodeaban el campamento, inmediatamente todos los soldados se pusieron en guardia y empezó la batalla, las espadas chocaban, la sangre salpicaba las plantas. Badulf saco una enorme espada y partió 3 ladrones al mismo tiempo, Aldous estaba un poco nervioso porque él se había enfrentado a Badulf y realmente pensó que le podía ganar, pero siguió en su propia batalla.
Los atacantes lanzaban dagas para matar a media distancia, Aldous usaba su espada para bloquearlas, pero algunas le rasguñaban los brazos y las piernas, pero aun así seguía peleando. Los pocos más de 20 hombres se enfrentaban a más de 50 hombres, la batalla se extendió hasta el amanecer, el lugar era un baño de sangre, cadáveres adornaban el suelo, solo quedaba uno solo de los ladrones, que estaba parado frente a Badulf, y en un ataque desesperado, el ladrón se abalanzo directo a Badulf y este con su enorme espada partió al ladrón en dos desde su torso hacia su cabeza.
La batalla había terminado. A lo cual Badulf ordeno a sus hombres restantes que recogieran todo, y siguieran su camino a la frontera, habían llamado mucho la atención.
-''Que batalla tan intensa la de anoche''. Le dijo un poco cansado Bard a Aldous.
-Así que sigues vivo, la verdad pensé que habrías muerto.
La conversación siguió con normalidad, y así paso el tiempo, por el camino se enfrentaron a fuertes tormentas, animales salvajes, más ladrones y una serie de dificultades que el grupo supero eventualmente, y llego el día.
Llegaron al campamento del reino de Espinas ubicado en la frontera con el reino del Desierto.
Ahí los recibieron un grupo de soldados del reino de Espinas, atendieron a los soldados heridos, el lugar tenía varias tiendas de campaña, un molino, estaban a campo abierto, era un lugar bastante desértico con poca vegetación.
Tenían un poso de agua de donde sacaban lo necesario para limpiarse e hidratarse, y así pasaron los días sin novedad alguna.
Aldous y Bard estaban cazando algunos lagartos para la cena, era de lo poco que había por ahí para comer ya que pocos animales sobrevivirían a tal ambiente.
-Relájate Bard, en cualquier momento la acción vendrá a nosotros.
-No creo que eso sea lo mejor...
-Eres muy cobarde, sigue sorprendiéndome que hayas sobrevivido hasta este momento.
A lo lejos se veían unas figuras negras borrosas moviéndose por el desierto.
Era un ejército con armaduras negras, tenían caballos con armaduras, e incluso poseían un dragón, los escuderos llevaban la bandera de su reino, y como la reina creía, los invasores no eran del reino del Desierto. Su bandera tenía el cráneo de un carnero atravesado con una daga y en la frente poseía un diamante. La bandera correspondía a un reino al este del reino del desierto, más allá del océano, el reino del Hierro.
Todos los soldados del reino de espinas se pusieron en guardia, una nueva batalla estaba a punto de iniciar.
Badulf sabía que debían sobrevivir para decirle a la reina que el que atacaba la frontera era el reino del hierro, para quitar las sospechas del reino desértico.
Todos los soldados se pusieron en fila para formar una muralla entre ellos y los atacantes, algunos arqueros fueron al molino cercano para atacar desde la distancia.
Las flechas empezaron a caer desde el cielo, los soldados detuvieron al enemigo, las lanzas rompían la guardia de los escudos y apuñalaban los guerreros, Aldous rompió la formación y se dirigió a lo que parecía ser el comandante enemigos, ya que estaba más escoltado que el resto y su armadura era ligeramente distinta al resto, tenía un caso en forma de carnero, y de sus hombros sobresalían cuernos.
Al ver esto, Bard siguió a Aldous abriéndose paso entre los guerreros mientras que Badulf gritaba a todos que mantuvieran la formación.
Aldous solo tenía una cosa en su mente, acabar con el jefe enemigo, pero en un instante una luz se posó sobre el, el dragón enemigo lanzo una llamarada directo a él, pero Bard tacleo a Aldous y ambos lograron esquivar la llamarada de la bestia con éxito.
Una lluvia de flechas impactó directamente al dragón, pero parecía que no le hacían daño, aunque el objetivo real de los arqueros era derribar al jinete del dragón.
Al darse cuenta de esto, el jinete del dragón se dirigió al molino e hizo que su dragón lanzara una ráfaga de bolas de fuego, haciendo que el molino se envolviera en llamas y carbonizando al instante a los arqueros.
Aldous y Bard ya sin un lagarto halado siguiéndolos, tenían vía libre para matar al jefe enemigo.
Ambas fuerzas colisionaron, Bard peleaba contra el que parecía ser la mano derecha del jefe enemigo mientras que Aldous colisiono directamente con el jefe.
El jefe enemigo ataco con un garrote gigante con púas a Aldous a lo que este esquivo, él sabía que de recibir ese golpe directo, no sobreviviría.
Badulf arranco un hacha de un cadáver y la lanzo con todas sus fuerzas al jinete del dragón cortándole un poco la cara, esto fue suficiente para enfurecer al jinete y arremeter directamente contra él.
Eso era lo que Badulf quería, el dragón espinoso de color negro ilumino su aún más oscura garganta, se preparaba para lanzar una llamarada. Pero antes de que esto sucediera, Badulf logro saltar sobre la cabeza del dragón, clavo su enorme espada en la frente del dragón y empezó a deslizarla hasta llegar al jinete y desde la entrepierna, partiéndolo en dos.
El fuego empezó a salir por la herida de la cabeza del dragón, lastimando a Badulf y eventualmente estrellándose para que momentos después el dragón explotara desde su pecho lanzando a Badulf lejos.
Bard en un momento totalmente aleatorio, logro clavar la punta de su espada en el cuello del enemigo, haciendo que este callera al suelo y muriera eventualmente.
Aldous seguía intercambiando golpes con el jefe enemigo, esquivando el garrote gigante y de alguna forma dando golpes que parecían ser poco efectivos, pero al lado de él paso una sombra, era Bard, salto directamente al monstruoso enemigo, el jefe impacto a Bard con su garrote, dándole tiempo a Aldous para atacar, y con la punta de su espada corto la cabeza de aquel hombre, un corte limpio que parecía que su cuerpo no se había dado cuenta de su muerte, eventualmente este callo.
Aldous fue corriendo a auxiliar a Bard, y de alguna forma no le había impactado tan fuerte, su armadura estaba abollado, algunas costillas rotas, pero sobreviviría, los enemigos restantes fueron masacrados, y de alguna forma ganaron, llevaron unos soldados enemigos para ser interrogados en el reino de Espinas.
Entre las llamas del cadáver del dragón, salió caminando victorioso el comandante Badulf.
Aldous había matado al comandante enemigo, pero Badulf era el hombre que mato un dragón solo.
Todos los soldados levantaron sus espadas en señal de victoria.
Badulf se acercó a Bard y Aldous.
-Pero que no se vuelva a repetir, esta vez lo dejare pasar.
A lo que Bard y Aldous sonrieron bajo aquel desierto lleno de cadáveres y fuego.
Luego de muchas batallas, varios años habían pasado, Badulf ahora recibía órdenes directas de la reina, y Bard y Aldous seguían bajo órdenes de Badulf, ya eran unos hombres, tenían reconocimiento, no había nadie que no hubiera escuchado las historias de Badulf, el asesino de dragones y su mano derecha, Aldous y su mano izquierda, Bard. Ambos eran todos unos guerreros.
Aldous se encontraba en una de las tabernas del lugar. Junto a él estaba su amigo Bard que estaba aturdido viendo una mujer en otra mesa, aquella mujer era delgada, cabello negro largo y piel clara.
-Oye Bard, ¿Por qué no le hablas? Eres un gran guerrero pero tu timidez no se quita eh.
El Bard actual ya era un poco más fuerte que hace años, tenía el pelo algo más largo con una cola de caballo en él, poseía algunas cicatrices de batalla en los brazos, era relativamente atractivo, pero seguía siendo muy tímido para hablarle a una mujer, y más a una que llamaba su atención.
De alguna manera Aldous convenció a Bard para que fuera a hablarle a la chica.
Aldous solo observaba a su amigo a lo lejos desde otra mesa, la chica cogió la mano de Bard y se fue con el fuera de la taberna.
En la mente de Aldous solo se cruzaba un pensamiento, (Hoy el chico se convierte en hombre)
La noche paso rápidamente para ambos chicos.
El grupo de Badulf estaba reunido a las afueras del reino de espinas, tenían una misión de enviar alimentos a los soldados de una de las bases de la frontera con el reino del desierto.
En ese grupo claramente estaba Aldous y ahora un alegre y motivado Bard. Parece que la noche que paso con aquella chica de la taberna había sido muy buena.
-De que hablas Aldous, yo siempre soy así, no entiendo a qué te refieres.
Bard se puso rápidamente nervioso, aunque Aldous sabía claramente lo que pasaba.
La misión era algo muy simple, el viaje era de una semana, llevaban más hombres de lo normal porque escoltaban alimentos.
Y así, el ejército de Badulf partió hacia la frontera.
A diferencia de la última vez que fueron a la frontera, esta vez fue un viaje mucho más calmado, no había ladrones en los caminos ni nada por el estilo. Se dedicaron a cazar animales para su comida, abastecerse de suficiente agua en los ríos que encontraban por el camino, y descansar lo necesario.
Ya era un ejército lo suficientemente unido y coordinado, a diferencia del inicio cuando eran prácticamente unos novatos.
Una semana ya había pasado, llegaron sin problema a la base, donde los recibieron los soldados del ejército de espinas encargados de resguardar la frontera.
O así debería haber sido.
Ante la vista de todo el ejército de Badulf solo se veía destrucción, las casas usadas para refugiarse estaban quemadas hasta los escombros, las banderas del reino ardían en llamas, los cuerpos desmembrados de sus aliados yacían esparcidos por todo el lugar.
Un hombre se arrastraba directo hacia Bard, estaba bañado en sangre con múltiples heridas y sin las dos piernas.
-A-Ayuden-Ayúdenme por favor...
Esas fueron las palabras de aquel hombre.
Antes de que Aldous siquiera diera un paso para acudir en su ayuda, una espada salió arrojada directamente hacia aquel hombre, partiendo su cabeza por la mitad desde su frente hasta su barbilla.
Por algún motivo, todos los sentidos de Aldous parecían haber desaparecido porque había ignorado completamente al enemigo frente a él.
No tenían algo distintivo.
Vestían armaduras de un gris oscuro, sus espadas bañadas en la sangre de lo que alguna vez fueron los soldados del reino de espinas.
Aldous reaccionó inmediatamente a los gritos de su comandante Badulf. Ciertamente había quedado en shock, pero no debía olvidar que ya había participado en múltiples batallas, y esta, solo era una más en su larga lista.
-¡PREPÁRENSE! ¡PONGANSE EN GUARDIA!
El silencio inundaba el lugar, solo se escuchaba el sonido de la madera quemándose, sus enemigos estaban parados al frente solo observando, sin hacer movimiento alguno.
-Esta solo es una batalla más. Esta solo es una batalla más. Esta solo es una batalla más. Esta solo es una batalla más. Esta solo es una batalla más. Esta solo es una batalla más. Esta solo es una batalla más. Esta solo es una batalla más. Esta solo es una batalla más. Esta solo es una batalla más. Esta solo es una batalla más. Esta solo es una batalla más. Esta solo es una batalla más. Esta solo es una batalla más. Esta solo es una batalla más...
Esa frase resonaba constantemente en la mente de Aldous. Aunque él se repetía constantemente esto, el campo de batalla actual parecía algo completamente diferente a algo que había visto antes, aunque no sabía el porqué.
Todos los soldados estaban en guardia en aquel lugar baldío.
Sobre sus cabezas volaban cuervos esperando que se desatara la muerte en aquel lugar lleno de ceniza.
Aldous sabía que debía ir con cuidado, apretó fuertemente la empuñadura de su espada, el sudor recorría su cuerpo. Apretó su espada al punto que un líquido rojo empezó a brotar de sus manos, era sangre.
Pero inesperadamente, el enemigo hizo el primer movimiento, se abalanzó sobre ellos a gran velocidad, como si de hienas hambrientas se tratasen, aunque no podían leer su ánimo ya que todos tenían el rostro cubierto por sus cascos.
Todos los soldados gritaron al unísono.
-¡AAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHH!
Una nueva batalla había iniciado.
Las espadas chocaban, los miembros amputados volaban por el aire, las flechas eran lanzadas de ambos bandos.
Las bajas eran de partes iguales.
Bard se desenvolvía rápidamente entre varios oponentes a la vez, haciendo cortes grandes que aseguraban producir la mayor cantidad de año por área.
Badulf poseía su enorme espada, lo cual usaba para partir a sus enemigos por decenas, y sumado con su gran agilidad, era más que un sujeto grande.
Por otro lado, Aldous ya se estaba adaptando rápidamente a la batalla, el solo ver a sus compañeros darlo todo en la lucha, hizo que algo en su pecho ardiera con gran intensidad poco a poco mientras la batalla avanzaba.
Ya habían pasado varios minutos.
Aldous corría por el campo y se agachaba para cortar las piernas de los soldados y caballos enemigos por igual.
Mientras que Bard usaba su agilidad para escurrirse entre los enemigos y dar golpes certeros, Badulf seguía quitándose los soldados enemigos de encima que llegaban por decenas.
Los soldados tanto aliados como enemigos se retorcían de dolor.
Eventualmente el ejército enemigo se redujo a 1. Badulf bañado en sangre se acercó al único sobreviviente enemigo.
-¿A qué reino pertenecen?
El enemigo se quedó quieto, Badulf sentía su mirada directamente a pesar de que no veía sus ojos. Un momento después aquel soldado se empezó a reír.
-Ja... Jaja... ¡Jajajajajajaja!
Aldous y Bard no entendían lo que pasaba.
Badulf levanto su arma y de un solo golpe acabo con la vida de aquel soldado.
Habían ganado nuevamente.
Una gota de sangre había caído al suelo.
Luego más gotas le siguieron.
Una flecha había atravesado la pierna izquierda de Bard.
Bard empezó a gritar mientras se retorcía de dolor y Aldous trataba de calmarlo. Mientras que los demás soldados miraban al horizonte un ejército aún más grande con armaduras similares a los que habían acabado de derrotar.
Aquel ejército venía equipado con catapultas, decenas de arqueros, soldados fuertemente armados con espadas, hachas y escudos.
El sol fue apagado por una nube totalmente negra, o eso parecía, pero en realidad el cielo se había adornado por cientos de dragones montados por jinetes con armaduras iguales a lo que llegaban por tierra.
Eran los refuerzos enemigos.
Una nueva batalla estaba a punto de comenzar.
El grupo de Badulf se reunió y formo un perímetro.
Todos los soldados estaban cansados, heridos y por las nuevas circunstancias, asustados.
El joven Aldous estaba atendiendo la herida de la pierna de su amigo Bard. Aunque se veía bastante mal, sobreviviría. Bard se puso de pie como pudo y empuño su espada. Tenía una mirada que Aldous nunca había visto, y eso lo motivo también.
Badulf empezó a dar órdenes fuertemente.
Todos los soldados empezaron a apretar fuertemente sus armas.
-¡Conserven el perímetro cubriéndolo con sus escudos!
Todos los soldados procedieron a poner sus grandes escudos al frente y calvándolos en la tierra para asegurar más firmeza y agarre a la hora de recibir un impacto enemigo.
Los soldados enemigos se quedaron quietos, los dragones en el cielo empezaron a volar en círculos sobre el ejército de Badulf.
Habían pasado algunos minutos, y no pasaba nada.
Eso estaba agotando mentalmente al ejército de Badulf. Si cometían un error estaban muertos, ese era el pensamiento que pasaba por la mente de todos. Muchos querían ver a sus familias, mujeres, mascotas, incluso Bard había conseguido una linda mujer, él quería verla. Aunque nadie lo supiera, la determinación de Bard se debía a que quería volver con aquella mujer con la que paso la noche. Aunque fue cosa de una sola noche, él la amaba.
Aldous por otro lado solo quería sobrevivir, ahora que lo pensaba, realmente no tenía un sueño que lo hiciera seguir adelante. Solo quería sobrevivir a este día, y volver a poner su vida en la línea de fuego otro día más.
Badulf solo pensaba una cosa.
-(Estos hombres deben volver a casa, a cualquier costo)
Solo se escuchaban los aleteos de los dragones.
Algunos soldados estaban mirando al cielo, con pensamientos tan vagos y casuales que casi parecía que estaban de vacaciones o en una reunión social.
-(Que buenas tetas tenia aquella chica que vendía flores)
-(Moriré virgen... Ni modo)
-(Cuando esto acabe debería dedicarme a otra cosa)
Y así, decenas de pensamientos totalmente aleatorios recorrían las mentes de aquellos soldados.
En el ejército enemigo, un dragón bajo al suelo, encima su jinete tenía una capa roja, y su armadura era negra, su expresión estaba totalmente oculta por su casco. Y solo hizo un movimiento.
Luego de esto, la bajo de nuevo lentamente.
El ejército enemigo se abalanzo sobre el ejército del reino de espinas. Cientos de espadas impactaron contra los escudos del ejército de espinas, pero rompieron la formación.
Inmediatamente después, muchas espadas y hachas impactaron contra los escudos aliados. Atrás de los escudos, saltaron muchos soldados del reino de espinas para confrontar a los enemigos que tenían al frente, las espadas chocaron, las chispas volaron. Las catapultas fueron accionadas, lanzando enormes rocas envueltas en llamas, matando a decenas de soldados de un solo impacto, tanto aliados como enemigos.
A este ejército parecía no importarle las bajas aliadas, solo algo les importaba, destrucción total.
Aldous también salto al ataque, no sin antes decirle a Bard que se quedara en el perímetro ya que su pierna sería un problema en batalla.
Bard solo observaba la espalda de Aldous alejarse entre el humo y las llamas.
Aldous se estaba abriendo paso rápidamente cortando brazos, piernas y cabezas con su espada, a su lado lo seguía su comandante, Badulf. Aldous miro a Badulf y sonrió, tenía determinación en sus ojos.
Los dragones que volaban en círculos en el cielo rompieron su formación y empezaron a abalanzarse sobre el ejercito de espinas, algunos eran comidos y otros quemados por las llamas de los dragones.
La formación de espinas estaba rota, Bard se apresuró a correr atrás de Aldous para cubrirlo, aunque su pierna estuviera herida, podía resistirlo.
Badulf corto la cabeza de un dragón con su enorme espada, le siguió otro, y otro más. Era el asesino de dragones.
Aldous se había deslizado en medio de los soldados enemigos hasta aquel guerrero que había dado la orden para atacar, si él era asesinado, ganarían.
Aldous rápidamente lanzo dagas hacia los soldados que usaban las catapultas, clavándolas en sus cuellos y matándolos al instante, atrás le seguía Badulf destruyendo las catapultas con su espada colosal, seguido también por Bard que estaba encargándose de los soldados restantes. Definitivamente eran una trinidad de temer, un equipo que preferirías tener de tu lado y no como enemigos.
Aldous salto por la cabeza del dragón enemigo y fue directo a lo que parecía ser el líder enemigo. Puso su espada sobre el cuello del enemigo y le dijo que se rindiera. La expresión de su enemigo seguía oculta bajo el caso.
Aquel soldado enemigo soltó su espada, Aldous no pudo evitar sonreír. Inmediatamente de la silla del jinete, salió disparada una flecha, parecía ser un dispositivo de acción automática bajo ciertas circunstancias.
La flecha atravesó el abdomen de Aldous, este no pudo evitar gritar.
Pero aquel grito no era de él, Aldous rápidamente volteo a mirar hacia la dirección del grito.
La pierna derecha de Bard había sido rebanada por una espada enemiga.
La espada mata dragones de Badulf se había partido por el continuo uso luego de cortar extremidades tanto de humanos como de dragones e incluso construcciones como lo eran las catapultas.
Sin decir una palabra, el cuerpo de Badulf fue arrancado por la mitad por la mordida de un dragón y luego tragado.
Aldous volteo en la dirección del líder enemigo y por primera vez escucho un sonido que venía de este enemigo.
El asiento del jinete aparte de tener un dispositivo que lanzaba flechas, también tenía lo que parecía ser algún tipo de explosivo.
Mientras el soldado reía, Aldous solo pudo ver una luz y luego nada.
El dragón enemigo exploto junto con Aldous.
Aldous fue lanzado lejos por la explosión.
Sus odios habían sido afectados, no escuchaba nada, estaba mareado, el líder enemigo se había suicidado, pero la batalla no paraba.
Aldous volteo a ver a Bard, la mirada de Bard solo reflejaban terror, inmediatamente después, una llamarada cayó del cielo lanzada por uno de los dragones, y carbonizo el cuerpo de Bard al instante.
Aldous se paró con todas sus fuerzas e hizo algo impensable para el hasta ese momento.
Siguió corriendo mientras dejaba atrás el campo de batalla donde todos sus compañeros de armas estaban siendo masacrados. Algunos de sus compañeros eran desmembrados por los múltiples dragones que no podían compartir su comida. Las entrañas de sus aliados caían del cielo por los dragones que terminaban de comerlas mientras volaban, era prácticamente una lluvia de sangre.
Aldous siguió corriendo bañado en sangre, ahora él estaba totalmente teñido de rojo, con pedazos de sus compañeros sobre su armadura y cabello.
Él estaba asustados, muy asustado.
Llego a un bosque y se resbalo cayendo a un rio.
Aldous se dejó arrastrar rio abajo, no le importaba, ya nada le importaba, simplemente se dejó llevar.