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—¡Deberías ser tú quien se retirara! —Zaya le gritó a él—. ¡Ahora lleva a todos los caballeros contigo y retírate! ¡Ve con Piros, él creará un escudo!
—¿Qué vas a hacer tú? —preguntó el Rey Rowan. Tuvo que elevar su voz, debido al ensordecedor rugido y al viento áspero que se calentaba más cada segundo.
Zaya había preguntado a Piros si tenía suficiente piedra mágica para crear un escudo y él tenía suficiente para protegerlos por un día si no había disturbios desde el exterior.
Era suficiente tiempo para Zaya, pero no estaba segura si sería suficiente para lo que vendría después.
—Absorberé la magia negra —Zaya echó un vistazo al rey Rowan brevemente. No parecía tener una herida preocupante, solo algunos cortes aquí y allá, hasta donde podía ver.
La mayoría de los caballeros se habían quitado su armadura, porque el acero estaba demasiado caliente para sus cuerpos. Se sentían como si estuvieran en la sartén.
—¡Ya has hecho eso antes y has fallado, vas a intentarlo de nuevo?!