En un reino celestial olvidado, nació un ángel llamado Sariel con un rasgo peculiar que lo diferenciaba de sus hermanos: una locura innata que manchó su esencia desde su primer amanecer. Sariel nunca conoció la paz y la serenidad que caracterizaban a los de su especie; en cambio, una inquietud constante y un deseo de caos guiaron cada uno de sus pensamientos y acciones.
Desde el comienzo de su existencia, Sariel fue un paria entre los ángeles, cuyas mentes no podían comprender la naturaleza errática y destructiva de su hermano. Sus ojos, que deberían haber reflejado la pureza del cielo, eran dos profundos estanques de oscuridad que reveló su alma atormenta.
Sariel encontraba deleite en la discordia y el desorden, y sus acciones reflejaban su deseo de ver el mundo arder. No pasó mucho tiempo antes de que los altos serafines decidieran que Sariel no podía permanecer en el reino celestial, temiendo que su locura pudiera corromper la armonía del paraíso.
Sariel, consciente del peligro, decidió buscar una fuente de poder que le permitiera seguir sembrando caos y destrucción.
Sariel, incluso entre los ángeles, ahora poseía una agilidad sobrenatural y un poder inigualable. Esta habilidad no era innata, sino el resultado de un pacto oscuro que Sariel forjó en su búsqueda de poder.
ar donde la luz del paraíso no podía llegar, encontró la "Fuente de la Oscuridad", una energía antigua que fluía desde el corazón mismo del caos. Al beber de esta fuente, Sariel sacrificó parte de su esencia celestial a cambio de un poder que ningún otro ángel había poseído jamás.
Los poderes oscuros concedidos a Sariel
La Fuente le otorgó velocidad y reflejos que desafiaron las leyes de la física,parecía burlarse del tiempo mismo.
Además, su fuerza y resistencia se magnificaron hasta límites insospechados, convirtiéndose en un adversario formidable.
Junto con su agilidad y fuerza sobrehumanas, la "Fuente de la Oscuridad" le otorgó a Sariel una habilidad mágica única: el poder de conjurar y manipular un fuego oscuro imbuido de la esencia del veneno más letal.
Este fuego negro, conocido como "Llamas de la Perdición", arde con una intensidad que puede consumir tanto el cuerpo como el alma, dejando solo cenizas envenenadas. Las llamas tienen la singular propiedad de corromper todo lo que tocan, transformando la vida en desolación y la esperanza en desesperación.
Sariel se dio cuenta de que podía usar estas llamas para desatar infiernos de fuego ardiente ya estas llamas no pueden extinguirse por medios normales. Además, podía infundir el poder de las llamas en sus armas o incluso en su propio cuerpo, lo que le permitía incapacitar a sus enemigos a distancia o en combate cuerpo a cuerpo.
La combinación de fuego y veneno encajaba perfectamente con Sariel, un testimonio del poder oscuro que había adquirido y una manifestación física de su locura y deseo de aniquilación.
Además, la apariencia de Sariel comenzó a transformarse para reflejar la energía oscura que ahora fluía por su ser. La primera y más notable alteración se produjo en sus alas; las plumas se volvieron negras como el carbón y adquirieron una textura escamosa, que recuerda a la piel de un antiguo dragón. Estas nuevas alas le otorgaron una velocidad y maniobrabilidad sin precedentes, permitiéndole atravesar los cielos como una sombra fugaz.
Debajo de su ojo derecho, apareció una marca en forma de una runa antigua, un símbolo maldito que brillaba con un brillo carmesí cada vez que Sariel invocaba las llamas venenosas. Esta marca no era sólo decorativa; era un sello de su pacto con la oscuridad y un recordatorio constante del poder que había desatado.
Además, su piel comenzó a endurecerse en determinadas zonas, formando escamas negras y resistentes que le proporcionaban protección adicional sin sacrificar su agilidad. Estas escamas eran especialmente densas a lo largo de sus brazos y espalda, creando una armadura natural contra ataques físicos y mágicos.
A pesar de estos dramáticos cambios, Sariel conservó su apariencia original en muchos sentidos. Su imponente estatura, su mirada penetrante y su sonrisa torcida permanecieron intactos, fusionando su antigua belleza celestial con las marcas de su nueva existencia infernal.
Antes de llegar a la "Fuente de la Oscuridad", Sariel empuñaba una espada celestial forjada en los albores de la creación, una reliquia divina que irradiaba una luz pura y cegadora. Esta espada, conocida como "Luz del Alba", era un símbolo de justicia y verdad, capaz de atravesar la oscuridad y la mentira con su hoja reluciente.
Sin embargo, cuando Sariel fue corrompido por el poder de la "Fuente de la Oscuridad", la naturaleza misma de su espada comenzó a cambiar. La luz que alguna vez emitió comenzó a atenuarse, consumida por la creciente oscuridad en el corazón de Sariel.
A medida que las "Llamas de la Perdición" se entrelazaron con el ser de Sariel, también corrompieron su una vez noble espada. La Luz del Amanecer se alargó y retorció, su metal celestial se oscureció hasta convertirse en un negro profundo. La luz del amanecer fue reemplazada por un brillo carmesí que emanaba del interior de la espada, como si un fuego infernal ardiese en su interior. La empuñadura se reformó para adaptarse al cambio de agarre de Sariel, adornada con runas oscuras que latían con cada latido de su corazón corrupto.
La nueva forma de la espada, ahora llamada "Eterno Crepúsculo", era una antítesis perfecta de lo que alguna vez representó. Ya no era un instrumento de justicia divina sino una extensión del caos y la locura que Sariel había abrazado. Con cada enemigo caído fortalecía a Sariel y a la espada misma ya que tenia la habilidad de consumir los poderes de los enemigos que mataba, como reflejo del deseo de poder por el cual Sariel avía buscado la "Fuente de la Oscuridad"
Gracias a su espada, el poder de Sariel creció, impulsado por la oscuridad que lo consumía.
El reinado del terror de Sariel
Sariel, ahora un agente de la oscuridad de pleno derecho, descendió al reino de los mortales, desatando su nuevo poder sobre humanos desprevenidos e incluso sobre algunos de sus antiguos hermanos angelicales. Sus alas, una vez radiantes, ahora proyectan una sombra opresiva, y su risa resonó por la tierra como el repique de una sentencia de muerte.
Con sus llamas oscuras y su Eterno Crepúsculo, Sariel causó estragos, dejando tras de sí un rastro de destrucción y desesperación. Se deleitaba con el sufrimiento que causaba, su locura torcía su mente hasta convertirla en una grotesca burla de su antiguo yo angelical.
Las noticias de las atrocidades de Sariel llegaron a los cielos celestiales, enviando ondas de choque a través de las filas de los ángeles. Nunca habían presenciado tal caída en desgracia, una perversión tan completa de los de su especie. Los altos serafines sabían que tenían que actuar, porque si Sariel no se controlaba, su oscuridad consumiría todo a su paso.
En respuesta al creciente poder y amenaza de Sariel, los cielos enviaron a tres de sus más valientes guerreros, cada uno con habilidades únicas y la determinación de detener al ángel caído.
Gabriel, el Mensajero de la Verdad, era conocido por su velocidad divina y su habilidad para comunicarse con todas las criaturas. Portaba una lanza celestial que podía atravesar cualquier armadura y su luz podía revelar la verdad oculta en las sombras.
Rafael, el Sanador de Dios, poseía el poder de curar cualquier herida y purificar el mal con sus manos luminosas. Su escudo era un bastión de esperanza que podía absorber incluso las energías más oscuras.
Miguel, el Príncipe de los Ejércitos Celestiales, era un líder nato y un guerrero sin igual. Su espada ardía con una llama azul que representaba la justicia divina, capaz de cortar a través del engaño y la corrupción.
Juntos, estos tres ángeles confrontaron a Sariel en una batalla épica que sacudió los cimientos del mundo mortal. Las fuerzas del bien y del mal chocaron con una ferocidad que no se había visto desde los días de la rebelión original en el cielo.
Sin embargo, a pesar de su valentía y poder, los tres ángeles no pudieron igualar la agilidad infernal y las "Llamas de Perdición" de Sariel. Uno por uno, cayeron ante la espada oscurecida del ángel caído, sus esfuerzos heroicos finalmente en vano
Tras la caída de Gabriel, Rafael y Miguel, Sariel se acercó a sus cuerpos inmóviles con una mezcla de respeto y desdén. Su espada "Crepúsculo Eterno" comenzó a vibrar con una energía voraz, ansiosa por consumir el poder celestial que aún residía en los ángeles caídos.
Con cada toque de la hoja oscura, la esencia de los ángeles fue absorbida, sus habilidades divinas siendo corrompidas y reforjadas en algo nuevo y terrible. La velocidad divina de Gabriel se transformó en una agilidad sombría que permitía a Sariel moverse entre las sombras como si fueran parte de él. La capacidad curativa de Rafael se pervirtió en una habilidad para infligir heridas que no podían sanar, plagadas por un veneno oscuro que consumía la vida desde dentro. La justicia ardiente de la espada de Miguel se convirtió en llamas caóticas que quemaban con un fuego negro, desafiando toda lógica y orden.
Con cada poder robado, "Crepúsculo Eterno" se retorcía y cambiaba, su forma reflejando las nuevas habilidades que ahora poseía. La espada se alargó aún más, su hoja bifurcándose como las lenguas de un dragón infernal. Las runas en su empuñadura brillaban con un fulgor aún más oscuro, y la marca maldita bajo el ojo de Sariel palpitaba con una luz aún más intensa.
A pesar de estos cambios, Sariel conservaba su apariencia original en esencia. Su estatura imponente y su mirada penetrante seguían intactas, pero ahora estaban adornadas con las marcas del poder recién adquirido. Su aura se había vuelto aún más intimidante, un maelstrom de luz y oscuridad que reflejaba la dualidad de su existencia.
Sariel levantó su espada reformada hacia el cielo nocturno, declarando su victoria no solo sobre los ángeles que habían intentado detenerlo sino también sobre los límites que alguna vez lo habían restringido. Con un rugido triunfante que resonó a través del cosmos, reafirmó su lugar como una fuerza imparable de caos y aniquilación.
Sariel usando sus nuevas habilidades estaba causando un caos y destrucción incluso mayor que antes, motivo por el cual los cielos decidieron tomar medidas drásticas. Estaban planeando atacar a Sariel con un ejercito entero de ángeles, pues el avía derrotado a 3 de sus mejores guerreros el solo, por lo que esta ves querían abrumarlo con números.
Y cuando todo estaba listo fueron a busca a Sariel y lo encontraron causando caos en un pueblo alejado de los demás, Sariel en vez de asustarse los miro desafiante y los incito a venir contra el, y cuando todo el ejercito estaba yendo contra el, Sariel desapareció y volvió a aparecer a miles de metros y grito "!VENGAN POR MI, ANTES DE QUE YO VALLA POR USTEDES¡" con ese grito todos los ángeles se dieron cuenta de don estaba, pero no atacaron debido al miedo que les produjo la mirada sádica y diabólica que les estaba dando Sariel, luego de un momento los ángeles reaccionaron y arremetieron contra Sariel sin importarles el inmenso miedo que sentían.
Desafiando al cielo mismo, Sariel se enfrentó a un ejército celestial enviado para detener su marcha de destrucción. Los ángeles, en su armadura resplandeciente y con espadas de luz, descendieron sobre él como una tormenta de justicia. Pero Sariel no se inmutó; su poder era ahora inmenso, y su determinación, inquebrantable.
Con un rugido que partió las nubes, Sariel desató sus "Llamas de Perdición" fusionadas, envolviendo el campo de batalla en un fuego prismático que consumía todo a su paso. Los ángeles caían uno tras otro, incapaces de resistir la fuerza abrumadora del ángel caído.
A medida que la batalla se inclinaba a su favor, la apariencia de Sariel comenzó a cambiar una vez más. Las escamas que cubrían sus alas se multiplicaron y endurecieron, convirtiéndose en una armadura impenetrable que reflejaba la luz en mil fragmentos oscuros. Estas escamas comenzaron a extenderse por su cuerpo, cubriendo sus brazos y pecho en un patrón simétrico que evocaba la majestuosidad de un dragón ancestral.
A pesar de estos cambios, la esencia de Sariel permanecía reconocible. Su mirada penetrante y su postura dominante eran tan imponentes como siempre. La marca maldita bajo su ojo derecho brillaba con una intensidad renovada, simbolizando el poder que había acumulado.
Al final de la batalla, Sariel se alzó solo en un campo lleno de alas caídas y espadas rotas. Su victoria era indiscutible; había demostrado ser una fuerza contra la cual ni siquiera los ejércitos celestiales podían prevalecer.
Con las alas extendidas hacia el cielo oscurecido por su propia mano, Sariel declaró su supremacía sobre los cielos y la tierra. Su figura era tanto una visión de terror como una obra maestra de poder oscuro, un recordatorio eterno de que incluso los seres más divinos podían caer ante la voluntad indomable del ángel caído.
Con los ejércitos celestiales derrotados, Sariel puso su mirada en un objetivo aún más audaz: el mismísimo Satanás. La batalla entre estos dos titanes del mal sería una para la eternidad, una confrontación que resonaría a través de todas las esferas de existencia.
Sariel encontró a Satanás en su trono infernal, rodeado por las llamas del abismo. El enfrentamiento fue inmediato y brutal; no había palabras que pudieran resolver la enemistad entre estos dos seres de poder inmenso.
La espada de Sariel, "Crepúsculo Eterno", chocó contra la lanza de Satanás, y cada golpe resonaba como un trueno. Las habilidades especiales de Satanás eran formidables, pero Sariel había absorbido el poder de innumerables ángeles y su sed de victoria era insaciable.
Finalmente, con un movimiento maestro, Sariel atravesó las defensas de Satanás y lo hirió mortalmente. Mientras la vida se desvanecía del señor del infierno, su poder especial comenzó a fluir hacia Sariel. Era una habilidad para manipular las voluntades más oscuras, para sembrar discordia y rebelión con solo un pensamiento.
Con la caída de Satanás, la apariencia de Sariel cambió una vez más. Su piel se volvió más pálida, casi translúcida, y sus ojos adquirieron un brillo rojo intenso que reflejaba las profundidades del infierno que ahora controlaba. Las escamas en su cuerpo se tornaron más oscuras y afiladas, como si estuvieran forjadas en las mismísimas llamas del abismo.
A pesar de estos cambios dramáticos, Sariel conservaba su forma original. Su presencia seguía siendo tan imponente como siempre, pero ahora emanaba un aura aún más oscura y poderosa. La marca maldita bajo su ojo derecho se había expandido, cubriendo parte de su rostro en un patrón intrincado que simbolizaba su dominio sobre el caos y la rebelión.
Sariel se sentó en el trono vacío de Satanás, asumiendo su lugar como el nuevo señor del infierno. Su ascenso era la culminación de una búsqueda implacable de poder y dominio, una prueba de que incluso los seres más temibles podían ser superados.
Si hay más detalles o aspectos específicos que te gustaría explorar sobre la batalla con Satanás o las consecuencias de la victoria de Sariel, estaré encantado de continuar desarrollando la historia.
Desde las profundidades del abismo emergió Abaddon, el ángel del abismo, con la intención de desafiar al nuevo señor del infierno. Con su habilidad especial para crear cadenas indestructibles, Abaddon buscó atar a Sariel y arrebatarle el trono que había ganado.
Las cadenas de Abaddon se deslizaron por el aire como serpientes vivas, buscando enredar a Sariel y restringir su movimiento. Pero Sariel, con su poder recién adquirido y su dominio sobre las llamas infernales, no sería tan fácilmente sometido.
Con un grito de desafío que resonó a través del inframundo, Sariel liberó sus "Llamas de Perdición" evolucionadas. Las llamas se elevaron en un torbellino furioso, consumiendo las cadenas de Abaddon con una intensidad que nunca antes se había visto. Las cadenas se disolvieron en cenizas ante el poder abrasador de las llamas de Sariel.
La batalla entre estos dos seres poderosos fue cataclísmica, pero al final, Sariel prevaleció. Con un golpe decisivo de su espada "Crepúsculo Eterno", atravesó el corazón de Abaddon. Mientras la vida se escapaba del ángel del abismo, su habilidad especial fluyó hacia Sariel.
La absorción de este nuevo poder transformó a Sariel una vez más. Su espada cambió junto con él; la hoja se alargó y se curvó en una forma reminiscente de una garra draconiana, y las llamas que brotaban de ella eran más oscuras y más frías que cualquier fuego del infierno.
Sariel mismo sufrió una metamorfosis radical. Su piel estaba ahora completamente cubierta por escamas negras como la noche más oscura. Sus dedos se habían transformado en garras afiladas y escamosas, perfectas para desgarrar la carne o la realidad misma. Sus alas se habían extendido aún más y estaban completamente cubiertas por escamas duras como el acero.
En su cabeza, Sariel llevaba ahora una especie de casco adherido a su rostro que solo dejaba ver sus ojos ardientes. Dos cuernos imponentes y retorcidos como los de un dragón adornaban la parte superior de su cabeza, proclamando su dominio y poder.
La apariencia original de Sariel había desaparecido por completo; ahora era una criatura de pesadilla hecha realidad, un ser cuya sola presencia inspiraba temor y admiración. El trono infernal tenía ahora un rey indiscutible cuya apariencia reflejaba la magnitud de su poder.
En el clímax de su reinado infernal, Sariel atrajo la atención de Metatron, el ángel conocido como el segundo Dios. Metatron descendió del cielo con la intención de purificar el infierno y restaurar el orden celestial.
Con su habilidad especial, Metatron lanzó ataques de luz pura que venían desde todas direcciones, cada uno con la fuerza para desintegrar cualquier mal que tocara. Sariel se encontró acorralado por esta tormenta divina, su poder oscuro desafiado por la luz sagrada.
Pero Sariel no se rendiría tan fácilmente. En un acto de desesperación y determinación, concentró todo su poder infernal en un solo punto y lo liberó en un estallido devastador dirigido hacia Metatron. La explosión de energía oscura fue tan intensa que incluso la luz pura de Metatron no pudo resistirla.
Metatron fue derrotado por la fuerza abrumadora de Sariel. Al caer el ángel más alto, su poder especial fue absorbido por Sariel, quien sintió cómo su ser se expandía con una nueva comprensión del cosmos.
Con la adquisición del poder de Metatron, Sariel experimentó una transformación aún más profunda. Ahora podía acceder a su forma original y a su forma draconiana completamente a voluntad. Podía cambiar entre la gracia angelical y el terror draconiano con un simple pensamiento.
En su forma original, Sariel era la imagen de la perfección celestial que alguna vez fue, con alas blancas y una presencia que irradiaba paz y autoridad. En su forma draconiana, era el epítome del poder infernal, con escamas negras y ojos que ardían con las llamas del abismo.
Sariel había alcanzado un nivel de poder casi divino; era un ser capaz de caminar entre los mundos del cielo y el infierno con igual dominio. Su victoria sobre Metatron no solo solidificó su reinado en el infierno sino que también lo estableció como una entidad a ser reverenciada y temida en todas las esferas de existencia.
Con un poder casi sin igual y una ambición que no conocía límites, Sariel puso sus ojos en el objetivo final: Dios mismo. Decidido a obtener el poder supremo, Sariel ascendió al cielo con la intención de enfrentarse al Creador.
La batalla entre Sariel y Dios fue más allá de la comprensión mortal; era una lucha entre la oscuridad más profunda y la luz más pura. A pesar de su inmenso poder y las habilidades que había acumulado, Sariel pronto descubrió que Dios era una fuerza inamovible, un ser de poder infinito y eterno.
Reconociendo que no podía vencer a Dios por la fuerza, Sariel recurrió a la astucia. Llevó la batalla hacia el lugar más oscuro del universo, la "Fuente de la Oscuridad", un pozo de energía corrupta que incluso Dios evitaba.
Allí, Sariel desplegó su plan maestro. Utilizó engaños y artimañas para debilitar a Dios, atacando Su voluntad con visiones de caos y corrupción. Mientras Dios luchaba contra las influencias oscuras, Sariel lo encerró entre los antiguos pilares que rodeaban la "Fuente de la Oscuridad".
Con Dios aprisionado y su influencia sobre el mundo disminuida, Sariel se proclamó como el gobernante supremo. Desde su trono oscuro, extendió su voluntad sobre la tierra, sembrando caos y destrucción a su paso.
Las naciones cayeron ante su poder, y las civilizaciones se desmoronaron bajo el peso de su tiranía. La oscuridad se extendió por todo el mundo, y Sariel reinó sobre ella como un dios oscuro.
Sin embargo, incluso en medio de esta era sombría, había quienes se resistían. Guerreros de la luz que buscaban liberar a Dios y restaurar el equilibrio del mundo. Sariel arto de sus intentos decidió ponerles fin; su reinado no sería desafiado, y el destino del universo ya estaba decido, el gobernaría y causaría caos destrucción.
En su cruzada oscura, Sariel enfrentó a los Guerreros de la Luz, aquellos valientes almas que se habían levantado para desafiar su reinado de terror. Uno por uno, los guerreros cayeron ante el poder abrumador de Sariel. No mostró piedad ni remordimiento; cada muerte era más cruel que la anterior, un mensaje para aquellos que se atrevieran a oponerse a él.
Una chica joven de cabello largo y negro con ojos dorados era el último de los Guerreros de la Luz la cual se preparaba para enfrentar su fin. Pero Sariel en lugar de matarla, decidió corromperla con la oscuridad que él mismo personificaba, como una forma de burlarse de los intentos de rebelión y enseñarles a los mortales que su destino ya estaba sellado.
La transformación fue tortuosa pero completa; la luz dentro de la joven fue extinguida, reemplazada por una oscuridad voraz. Ella emergió como una nueva entidad, la mano derecha de Sariel, su fiel seguidora en la siembra del caos.
Juntos, sin nadie que pudiera resistir su poder combinado, extendieron su dominio sobre el mundo. La oscuridad se convirtió en el nuevo orden; las sombras se alargaron y el sol se oscureció bajo el manto de su influencia.
Sariel gobernó como un dios oscuro, con su mano derecha a su lado. La esperanza parecía perdida para siempre en este mundo sumido en el caos y la oscuridad eterna.
Sariel: "La personas no pueden escapar de su destino, haci que déjenme decirles algo"
Sariel: "Yo soy la oscuridad, yo soy el caos, yo soy su destino"
(Fin de la historia)
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