Unos días después, me dieron el alta médica. Sin embargo, sabía muy bien que mis problemas no habían terminado. Kyle me había visitado casi todos los días, un hecho que sabía que no habría pasado desapercibido para el resto de la manada.
—Hice lo posible por anticiparme a sus quejas, pero mi éxito es limitado —dijo Kyle, con un tono teñido de arrepentimiento. Me lanzó una mirada de disculpa—. Por favor, créeme, realmente intenté decirles la verdad pero...
—Entiendo perfectamente —dije, interrumpiéndolo—. Pasaste semanas hablando mierda de mí a todo el que tuviera oídos. Si yo fuera tu amigo, tampoco creería en un cambio de opinión tan repentino.
El rostro de Kyle se incendió—. Una vez más, lo siento. Este lío no habría pasado si no hubiera abierto la boca como un maldito tren desbocado.