Matteo se hundió en su asiento en su estudio. Había hablado con el cliente, y tal como pensó, estaba extremadamente enfurecido por el ataque. Transmitió su necesidad de discreción y su torpeza a la hora de asegurarse de que estuvieran a salvo.
Matteo había pasado diez minutos enteros intentando apaciguarlo y hacerle hablar del trato que los había puesto en esa posición en primer lugar. Pero después de que despotricara sobre todo lo que lo agitaba, concluyó la llamada con una negativa a tratar con él en ese momento y colgó.
Lleno de frustración y una necesidad insoportable de perderse en algún tipo de distracción, Matteo había decidido sentarse en su estudio y beber hasta calmarse.
Pero justo cuando se sirvió otro shot de whiskey, perdió el interés por completo. Su mente estaba llena de pensamientos de Stella.