**Harper**
Harper asumió que estarían en camino a otro hito tropical. Una cascada en una selva, quizás, o un jardín de plumerias lleno de flores marfil y rosadas. Pero mientras el autobús recorría lentamente la costa escénica, manteniéndolos ocupados con anuncios e historias de la isla hasta que se detuvo en lo alto del valle montañoso, no estaba preparada para descubrir que habían llegado a... ¿una granja de lavanda?
—Pensé probar en un lugar un poco menos 'hawaiano', después de toda la sobredosis tropical —Eli se rió ante su mirada sorprendida—. Y podrías quedarte impresionada... Resulta que no necesitas ir a Francia para ver uno de los campos de lavanda más hermosos. Vamos.
Tomó su mano de nuevo y la guió fuera del autobús. El gesto fue tan natural que se sentía como si fueran solo otro par de enamorados en otra cita romántica... si uno pudiera ignorar a todo un autobús de compañeros de trabajo mirándolos fijamente por la espalda.