Shen Bijun hizo su pregunta y luego mantuvo su mirada fija en Chu Yanshen.
El hombre, alto y robusto, emanaba un inexplicable sentido de melancolía que hacía parecer como si la verdad fuera algo que no pudiera soportar.
Shen Bijun apretó los labios, sabiendo que su conjetura probablemente se demostraría verdadera.
Cuando todas las imposibilidades se dejan de lado, la única posibilidad, por muy fantástica que sea, tiene que ser la verdad.
Bajó sus ojos de flor de durazno.
Tomando una respiración profunda, Chu Yanshen dijo:
—El asunto es un poco complicado, no algo que se pueda explicar en una o dos frases. Hablemos de ello después de que termine el banquete.
—Está bien.
Después de haber esperado estos últimos días, a Shen Bijun no le molestaba esperar unas horas más.
Después de todo, su principal tarea en casa de los Bais era acompañar a Yun Wei y completar perfectamente el banquete de reencuentro...