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85.29% "El Renacer en Runaterra" / Chapter 29: CAPITULO 29

Chapitre 29: CAPITULO 29

Con la ayuda de Shyvana, Quetzulkan descubrió que Zoe no estaba enferma, sino en un estado de shock profundo. Según Shyvana, Zoe había experimentado un impacto emocional de gran magnitud, algo que ni siquiera Quetzulkan había considerado posible para alguien tan poderoso y etéreo como Zoe. Al escuchar esto, Quetzulkan se sintió aliviado y preocupado a la vez. Se aliviaba saber que Zoe no sufría de una enfermedad desconocida, pero la preocupación lo invadía al pensar en la razón detrás de este shock. Zoe era el aspecto del crepúsculo, un ser encargado de mantener el equilibrio del universo. Si algo la había afectado tanto, debía ser algo de suma importancia, quizás un evento cósmico de proporciones desconocidas.

 

Quetzulkan reflexionó sobre la posibilidad de que un evento crucial estuviera a punto de suceder, o quizás ya había ocurrido, lo que explicaría el intenso shock de Zoe. Sin embargo, al saber que su salud no estaba en peligro inmediato, se tranquilizó un poco. A medida que la noche caía, Shyvana, demostrando una gran hospitalidad, ofreció alojamiento tanto a Quetzulkan como a Zoe en su hogar. Quetzulkan, viendo la situación de Zoe, decidió que lo mejor sería quedarse un tiempo en la casa de Shyvana para darle tiempo a Zoe de recuperarse del impacto emocional que había sufrido. Esta noticia alegró a Shyvana, quien, al darse cuenta de su propia reacción, se sonrojó tímidamente. Sin embargo, su timidez no le impidió formar un vínculo con Quetzulkan.

 

Shyvana comentó que Quetzulkan tenía un aroma agradable, algo que le resultaba reconfortante. En pocos días, Shyvana se había familiarizado con Quetzulkan y comenzó a abrirse sobre su propio pasado. Reveló que su padre, un verdadero dragón de fuego, se había enamorado de una humana, la madre de Shyvana, y de esa unión nació ella como un híbrido humano-dragón. Con tristeza, mencionó que su padre había sido asesinado por un dragón llamado Yvva. Desde entonces, Shyvana había buscado vengar la muerte de su padre. Contó que había encontrado a Yvva, pero fue derrotada. En su desprecio, Yvva ni siquiera se molestó en comprobar si Shyvana sobrevivía, considerándola una deshonra para los dragones verdaderos.

 

Quetzulkan sintió una profunda empatía por Shyvana y se ofreció a ayudarla en su búsqueda de venganza, asegurándole que él también podía transformarse en un dragón o algo similar para apoyarla. Shyvana, agradecida por su oferta, aceptó la ayuda de Quetzulkan. Durante sus conversaciones, Quetzulkan también compartió aspectos de su propio pasado, creando un vínculo más fuerte entre ellos. Poco a poco, en compañía uno del otro, sentados alrededor de una fogata fuera de la casa de Shyvana, Quetzulkan y Shyvana se volvieron más cercanos, desarrollando una relación más íntima.

 

Shyvana se volvió más abierta y coqueta con Quetzulkan, y él respondió de igual manera, dejando que la química entre ellos fluyera naturalmente. Mientras coqueteaban, alguien los observaba desde la casa de Shyvana. Era Zoe, quien parecía haber recuperado algo de su estado de shock, pero con un brillo diferente en sus ojos. La mirada de Zoe hacia Quetzulkan estaba cargada de sentimientos de posesividad y amor, mientras que su mirada hacia Shyvana era peligrosa, prometiendo dolor.

 

Zoe, con sentimientos encontrados de amor por Quetzulkan y odio hacia Shyvana, se debatía internamente sobre cómo proceder. Sabía que su "romance" con Quetzulkan no había avanzado, sino que había retrocedido. Desde que descubrió sus sentimientos por Quetzulkan, en lugar de tomar medidas activas, Zoe se había sumergido en fantasías sobre su vida juntos, olvidando lo más importante: formalizar una relación con él o al menos enamorarlo.

 

Zoe era consciente de que Quetzulkan la veía como una hermana menor y no como una mujer. Aunque eso le había provocado un shock profundo, no estaba dispuesta a rendirse. Estaba decidida a hacer todo lo posible para que Quetzulkan se enamorara de ella, incluso si eso significaba eliminar a sus rivales amorosas. Sin embargo, descartó rápidamente la idea de hacerle daño a Shyvana, comprendiendo que, conociendo el corazón bondadoso de Quetzulkan, él se enojaría o, peor aún, cortaría lazos con ella. Zoe imaginó a Quetzulkan abandonándola y mirándola con odio, una idea que no podía soportar. Decidió entonces usar sus encantos femeninos para ganarse su amor.

 

Zoe sabía que para atraer a Quetzulkan debía descartar el sello autoimpuesto que impedía que su cuerpo creciera. Sin pensarlo dos veces, Zoe deshizo el sello, permitiendo que su cuerpo comenzara a crecer y desarrollarse. Aunque este proceso tomaría tiempo, Zoe usó su control del tiempo para acelerarlo. Sabía bien qué tipo de mujeres le gustaban a Quetzulkan. Él no era exigente en sus gustos, pero tenía una preferencia particular por las mujeres con caderas anchas, traseros prominentes y muslos regordetes. Si una mujer poseía estas tres características, Quetzulkan se enamoraría de inmediato; si solo tenía una o dos, también le interesaría.

 

Este nuevo desarrollo prometía complicar aún más la dinámica entre Quetzulkan, Shyvana y Zoe. Con Shyvana buscando venganza y Zoe decidida a ganar el corazón de Quetzulkan, el futuro se volvía incierto y lleno de desafíos. Sin embargo, el viaje debía continuar, y con cada paso, las emociones y decisiones de los protagonistas se entrelazaban más, preparando el escenario para confrontaciones inevitables y momentos decisivos que definirían el destino de todos.

 

El ambiente en la casa de Shyvana se volvía cada vez más tenso. Quetzulkan, notando que Zoe aún no se recuperaba del todo, decidió quedarse un tiempo más. Shyvana, por su parte, disfrutaba de la compañía de Quetzulkan, y ambos continuaban compartiendo historias y sueños junto a la fogata. Las noches se volvían más cálidas no solo por el fuego, sino por la creciente cercanía entre ellos. Zoe, por su parte, observaba en silencio, planeando su próximo movimiento.

 

Una noche, mientras Shyvana y Quetzulkan conversaban, Zoe decidió intervenir. Con una sonrisa suave, se acercó a la fogata y se sentó junto a ellos. Quetzulkan, al verla, sintió una mezcla de alivio y curiosidad. Zoe parecía más madura, y aunque no entendía del todo el cambio, estaba contento de verla interactuar de nuevo. La atmósfera se relajó, y los tres comenzaron a disfrutar de la noche.

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Con Zoe recuperada, el viaje de Quetzulkan debía continuar. Había un objetivo claro en su mente: Demacia, un lugar donde Sona residía. La idea de reencontrarse con ella llenaba a Quetzulkan de emoción. Además, Quetzulkan había derrotado al dragón de fuego que había herido a Shyvana, usando su imponente forma de bestia alada para aplastar a su enemigo con facilidad. Este acto no solo fortaleció su vínculo con Shyvana, sino que también le dio a ella un sentido de cierre.

 

La despedida entre Quetzulkan y Shyvana no fue nada triste, ya que no hubo necesidad de separarse. Shyvana decidió seguir a Quetzulkan en su viaje, dejando de lado cualquier duda que pudiera tener. Esto frustró algunos de los planes de Zoe, que esperaba tener a Quetzulkan para sí sola, pero no se rendiría tan fácilmente. Zoe estaba decidida a luchar por su amor, incluso si significaba competir directamente con Shyvana.

 

El trío continuó su viaje y, después de un día entero de caminar, llegaron a Demacia. Sin embargo, su entrada no fue fácil. Los demacianos, conocidos por su desconfianza hacia la magia, se mostraron reacios a permitirles el acceso a su ciudad. Quetzulkan intentó razonar con ellos, pero sus palabras no lograban calmar los ánimos. Justo cuando la situación parecía agravarse, apareció el príncipe Jarvan IV. Quetzulkan lo reconoció de inmediato como el noble a quien había salvado en una ocasión anterior.

 

Jarvan IV, con su carisma y autoridad, intervino a favor de Quetzulkan, Zoe y Shyvana. "Estos viajeros son amigos y aliados. Yo mismo puedo dar fe de su honor y valentía", dijo Jarvan IV, mirando a los guardias con firmeza. Con el respaldo del príncipe, los tres pudieron entrar en la ciudad sin más contratiempos.

 

Demacia era una ciudad impresionante, con sus altas torres y calles pulcras. Zoe, decidida a no perder de vista a Quetzulkan, se mantuvo cerca de él en todo momento. Shyvana, fascinada por la arquitectura y la cultura demaciana, observaba todo con curiosidad, aunque su atención también estaba fija en Quetzulkan.

 

Mientras caminaban por las calles de Demacia, Jarvan IV los condujo hacia el palacio. "Debo agradecer nuevamente por salvarme la vida. Demacia siempre tendrá sus puertas abiertas", dijo el príncipe con gratitud. Quetzulkan respondió con una sonrisa. "Es un honor, príncipe Jarvan. Estamos aquí en busca de una amiga, Sona. ¿Podrías ayudarnos a encontrarla?"

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Jarvan IV asintió. "Sona es la hija adoptiva de la familia Buvelle. Ella llegó hace poco a Demacia traída por unos monjes ionianos. Permítanme llevarlos a su residencia." Con la guía del príncipe, Quetzulkan, Zoe y Shyvana llegaron a la residencia de la familia Buvelle. Fueron recibidos calurosamente, especialmente porque el príncipe Jarvan IV los acompañaba. Jarvan explicó a los padres adoptivos de Sona que Quetzulkan, un vastaya y amigo de Sona, había venido a buscarla.

 

Desconcertados, pero también felices de recibir a un amigo de Sona que no fuera Lux, los padres adoptivos fijaron su mirada en Quetzulkan. Él les devolvió el saludo con una sonrisa tranquila. Aunque sorprendidos, la pareja Buvelle se mostró contenta de recibir a alguien tan importante para Sona.

 

Antes de traer a Sona, le informaron que sus amigos la visitaban. Al enterarse de la llegada de Quetzulkan, Sona mostró una sonrisa radiante y una felicidad que no había demostrado desde su llegada a Demacia. Desde que llegó, Sona había estado desconsolada por haber roto la promesa con Quetzulkan y por temor de no volver a verlo. Aunque su belleza había atraído a muchas personas en Demacia, Sona se mostró reacia a aquellos con malas intenciones. Fue entonces cuando conoció a sus actuales padres adoptivos.

 

Sona no vio malicia en ellos y, con su magia, pudo confirmar que sus intenciones eran puras. Lestara Buvelle era conocida por ser una figura prominente en Demacia, apreciada por su habilidad musical y su amor por el arte. Su esposo, Rosderick Buvelle, compartía la misma pasión por la música y el arte.

 

Para intentar calmar su soledad y tristeza, Sona se quedaba sola tocando su instrumento, el etwahl. Anteriormente, el etwahl solo tocaba melodías de felicidad, pero ahora Sona solo tocaba melodías tristes y solitarias. A pesar de esto, la familia Buvelle encontró en Sona una figura importante para la música y el arte en Demacia. Su figura solitaria despertó en Lestara y Rosderick un sentimiento de cuidado y protección hacia ella.

 

Decididos, la familia Buvelle adoptó a Sona. Al ver que no tenían malas intenciones, Sona aceptó. Aunque los días con la familia Buvelle eran agradables, su soledad y su deseo de ver a Quetzulkan no desaparecieron. Preocupados, los padres adoptivos de Sona decidieron dar un banquete en celebración por su adopción, con la esperanza de que Sona encontrara nuevos amigos en dicho evento.

 

Sona, siendo muda, no podía comunicarse normalmente, lo que alejó a muchas personas. Sin embargo, entre la multitud, hubo una muchacha que no se alejó: Luxanna Crownguard, una figura importante pero vivaz. Con Lux a su lado, Sona recuperó algo de su felicidad, aunque seguía algo deprimida. A medida que se familiarizaba más con Luxanna, le contó sobre su pasado y sobre Quetzulkan. Lux, con su personalidad vivaz, animó a Sona diciéndole que si Quetzulkan la amaba, él vendría por ella. Además, le aconsejó que quizás su amado no quisiera verla triste al llegar.

 

Recobrando algo de ánimo, Sona encontró lógica en los consejos de Luxanna y decidió no estar tan deprimida. Con el tiempo, Sona recuperó cada vez más su felicidad, aunque todavía con el sentimiento de que Quetzulkan vendría por ella. Sus padres, felices de ver a Sona más alegre, instaron sutilmente a Luxanna a seguir visitándolos. Lux, siempre alegre, aceptó y pasaba casi todo su tiempo libre con Sona.

 

Juntas, Sona y Lux se contaron sus secretos más íntimos. Sona reveló que era maga, algo que solo sabían sus padres y Lux en ese momento. Lux, sorprendida pero lejos de disgustarse como otros demacianos, se alegró, ya que ella también reveló ser maga. Así, las dos amigas pasaban sus tardes aprendiendo una de la otra, aunque más siendo Sona quien enseñaba a Lux a controlar su magia, gracias a las lecciones que había recibido de Quetzulkan.

 

Al escuchar la noticia de que Quetzulkan había llegado, Sona sintió que su corazón se aceleraba. Con una sonrisa, se dirigió rápidamente hacia la entrada de la casa, donde sus padres adoptivos, Quetzulkan, Zoe, Shyvana y Jarvan la esperaban. Al ver a Quetzulkan, Sona no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas de alegría. Quetzulkan, al ver a Sona, sintió un alivio y una felicidad inmensa.

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Quetzulkan y Sona no necesitaron palabras para demostrar sus sentimientos. Sona saltó hacia Quetzulkan y lo besó con ternura y amor, y Quetzulkan respondió con el mismo amor desbordante. Sin embargo, la amorosa escena de reencuentro fue interrumpida por una tos incómoda y deliberada hecha por el padre adoptivo de Sona.

 

Dándose cuenta de donde se encontraban, Sona se acurrucó de vergüenza, ya que estaban frente a sus ahora padres, pero eso no evitó que se alejara de Quetzulkan. Al contrario, ella se acercó más tímidamente a él. Detrás de los padres de Sona, una Lux con una expresión de alegría observaba a su mejor amiga. Ver a Sona tan feliz también alegraba a sus padres adoptivos, aunque inicialmente no estaban muy contentos con la escena amorosa.

 

El príncipe Jarvan ya se había retirado hace tiempo, y Shyvana aceptó con naturalidad que Quetzulkan tuviera a alguien más, ya que él le había avisado con antelación. De hecho, Shyvana estaba contenta de que su familia creciera más.

 

Pero algo no estaba bien con Zoe. Zoe se quedó plantada en su lugar. Cuando vio a Sona salir, pensó en saludarla, ya que también eran amigas. Sin embargo, al ver a Sona besar tan amorosamente a Quetzulkan, algo se rompió dentro de Zoe. Sus pensamientos se desordenaron, y en su mente se repetía el momento en que Sona besaba a Quetzulkan. Zoe se decía a sí misma, mentalmente: "Sona, confié en ti, pensé en ti como una amiga y tú simplemente me traicionaste así, como si nada".

 

Los pensamientos de Zoe iban por el camino equivocado. En un ataque de ira, Zoe usó su poder y conjuró un ataque mortal contra Sona, que estaba junto a Quetzulkan.

 

Quetzulkan, sintiendo peligro cerca, se volteó hacia donde venía el ataque. Como si el tiempo se hubiera detenido, observó cómo Zoe tenía un rostro que demostraba odio puro y estaba a punto de lanzar un hechizo contra Sona. Él sabía que ese ataque podría acabar con la vida de su amada. Sin pensarlo, Quetzulkan cubrió a Sona del ataque de Zoe.

 

Cuando Zoe lanzó el ataque, se dio cuenta de que había cometido un error grave. El hechizo que lanzó no podía ser detenido a tiempo, y ella observó cómo su hechizo alcanzaba a Quetzulkan, quien se había fortalecido con su propia magia.

 

Una enorme explosión llenó la mansión de la familia Buvelle. Fue tan potente que destrozó toda la mansión y con ello a todos los habitantes. Después de que terminó la explosión, se vieron los cuerpos quemados de los padres de Sona y Lux, chamuscados. A lo lejos, se encontraba una Shyvana que parecía no tener vida. En el centro de la explosión, Quetzulkan estaba gravemente herido, con la piel quemada y algunos huesos expuestos. Le faltaba todo un brazo mientras en el otro sostenía a una Sona que estaba desfalleciendo. Frente a ellos, Zoe tenía lágrimas en los ojos y una mirada que denotaba algo de locura.

 

Zoe comenzó a repetir palabras en voz baja, y luego empezó a gritar: "Esto no puede estar pasando, no quería esto, todo está mal, no debería haber sucedido así, yo no quería, yo no quería". Cuando se acercó a Quetzulkan, intentó tocarlo, pero él la alejó con una mirada de odio. Le dijo que se largara y que no quería volver a verla. Gritó con enojo que si Zoe no se iba, él mismo la mataría si fuera lo último que hiciera. Las palabras de Quetzulkan estaban llenas de veneno y odio, y sus ojos inyectados en sangre.

 

Zoe, temerosa no por lo que Quetzulkan dijo, sino porque no quería que él la odiara, se alejó usando sus portales. Desapareció de la vista, dejando atrás el caos y la destrucción que había causado.

 

En medio de la devastación, Quetzulkan sostuvo a Sona con fuerza, tratando de encontrar algún consuelo en la presencia de su amada. Los restos de la mansión eran un testimonio de la tragedia que se había desatado. La noche, que había comenzado con alegría y esperanza, había terminado en un abismo de desesperación y dolor.


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