Jaime no sabía qué esperar cuando su tío le comunicó que debía asistir a una reunión familiar para conmemorar ciertos hechos antes de hacer un anuncio importante. Sin embargo, puedo afirmar que lo que menos anticipaba era la magnitud de la convocatoria.
Un mínimo de 100 personas estuvieron presentes, incluyendo varias personas con las que su tío tenía tratos comerciales.
Este evento era atípico en su mundo y, de hecho, jamás había experimentado o escuchado hablar de una reunión de tal envergadura. Aunque su tío generalmente hacía negocios con un número reducido de personas, en esta ocasión recorría la sala con elegancia, luciendo un traje de tres piezas de diseñador que le confería un aire de absoluta distinción. La incógnita sobre sus intenciones persistía.
El tío de Jaime era un enigma que él seguía tratando de desentrañar.
Ronaldo, su primo, se acercó a él y le preguntó si estaba preparado para el gran anuncio, aunque Jaime no tenía idea de a qué se refería.