Quinton Creed sonrió y tomó el control de la conversación, diciendo, —El que ofrezca más, se lo lleva, justo y claro. ¿No están todos de acuerdo?
—Je, el señor Creed tiene toda la razón.
—Apúrense y saquen el artículo para que podamos verlo.
—Exactamente...
Quinton Creed sonrió, hizo una señal hacia la puerta y de inmediato entraron más de una docena de jóvenes y hermosas anfitrionas.
Estas anfitrionas estaban vestidas con brillantes cheongsams rojos, moviéndose con elegancia que aceleraba el latido del corazón de los espectadores.
Las anfitrionas se acercaron a la larga mesa, colocaron sus bandejas en ella y luego levantaron los paños rojos que las cubrían.
Una por una, las antigüedades con un encanto antiguo fueron reveladas a la multitud.
Después de que las anfitrionas se retiraron, no pasó mucho tiempo antes de que regresaran, llevando otra docena de antigüedades en sus manos.