Basil Jaak extendió su mano para ayudar a Xenia Wendleton a levantarse del suelo, con la intención de sacudirla, pero ella tembló visiblemente y esquivó sutilmente su ayuda.
—¡Me ocuparé yo misma! —dijo Xenia en voz baja, sus orejas ardiendo intensamente.
Al ver el coche alejándose a toda velocidad, Basil preguntó con curiosidad:
—¿Quién era ese de antes, actuando tan descaradamente?
Pensando en la aterradora escena, Xenia sintió miedo persistente. Si Basil no la hubiera recogido en el último momento, podría haber resultado gravemente herida.
—Un fanático loco, ¿estás bien? —Xenia parecía no tener ganas de hablar sobre ese incidente, cambiando rápidamente de tema.
Basil se rió:
—Si mi diosa está bien, entonces claro que estoy bien.
Al oír las palabras en broma de Basil, el rubor que acababa de desvanecerse de las mejillas de Xenia volvió con fuerza.
—Gracias por antes. Te invitaré a comer —Xenia eligió sus palabras, luego miró hacia arriba a Basil.