—Oye, héroe, ¿cuándo planeas irte a casa? —preguntó Fenny Marshall, rodando los ojos, mientras guardaba su equipo médico portátil.
En lugar de ir al hospital, Basil eligió regresar a la habitación de hotel de Fenny con ella.
Siendo una ex-operativa de Seguridad Nacional que había trabajado como enfermera algunos días, Fenny estaba completamente hábil en curar heridas.
En menos de un cuarto de hora, el brazo de Basil estaba envuelto en gruesos vendajes.
—Tengo comida y bebida aquí, y alguien que me cuida. ¿Por qué tendría prisa por irme? —se rió entre dientes Basil.
—¡Descarado! —Fenny escupió a Basil, aunque no hizo ningún movimiento sustancial contra él.
Basil se rascó la cabeza juguetonamente, fingiendo no escucharla, mientras alcanzaba el control remoto en la cama, listo para ver algo de televisor.
Sin embargo, tan pronto como Basil cogió el control remoto, la cara de Fenny se puso pálida y ella gritó apresuradamente:
—¡No lo hagas!