—Señorita, ¿está molesta? —preguntó, sentándose a su lado.
Hai Xiaotang replicó tajantemente:
—¡No! ¿Por qué iba a estar molesta, por qué debería estarlo?
Pero cuanto más lo negaba, más hacía dudar a los demás.
La señora Zhang suspiró:
—Señorita, he visto todo lo que ha sucedido entre ustedes dos a lo largo de los años. No creo que nadie conozca su situación mejor que yo. Dígame con sinceridad, ¿todavía tiene sentimientos por el joven maestro Dongfang?
—... —Hai Xiaotang quería refutar, pero las palabras simplemente no salían.
Se frotó la cara con irritación:
—Señora Zhang, ¿soy patética? Claramente juré que nunca más me gustaría él. Pero, ¿por qué siempre fallo? Señora Zhang, usted no sabe, yo no sé qué está mal conmigo. ¿Cómo pude llegar a ser así? Tan indecisa. ¡No sabe cuánto me odio a mí misma!
—¿Por qué odiarse a sí misma? —preguntó la señora Zhang, confundida.
Hai Xiaotang respondió dolorida:
—Porque siempre he estado insegura de mi postura...