Narra Dante
Entré a la cabaña junto con mis compañeras campistas, intenté hacer el menor contacto visual posible con alguna de ellas, sobre todo con las que ya conocía de ese día, no quería ponerme nervioso, pero era inevitable, podía sentir como las 3 se me quedaban viendo todo el tiempo, siguiendo cada movimiento que yo hacía.
Tratando de escapar de sus miradas empecé a ver el interior de la cabaña, la verdad se veía bastante bien, tenía esa combinación entre lo rústico y lo moderno que hacía que fuera un espacio acogedor e ideal para acampar.
Ya habiendo explorado el terreno en cuestión tocaba asignar las camas, al ver que todas seguían admirando la cabaña decidí tomar la palabra.
—Bueno ¿Qué les parece si nos asignamos las camas? Así cada uno podrá acomodar sus cosas.
—Más despacio, velocista, tenemos 20 minutos, tiempo de sobra para que veamos eso, primero debemos conocernos un poco mejor, tú sabes, para hacer que la experiencia sea más…agradable —contestó Debra.
—Estoy de acuerdo, sabiendo un poco de los demás será más fácil asignar las camas y el espacio que cada quien usará —secundó Alice.
—Bien… ¿Cómo lo piensan hacer?
—Sencillo, cada quien dirá de qué sección es, su edad, y algo curioso o interesante de sí mismo —explicó la serpiente.
—De acuerdo, ¿Quién empieza?
—Tú, obvio, la mayoría tuvimos una impresión un poco…peculiar de ti jaja, necesitamos conocerte un poco mejor.
—Ok…pues mi nombre es Dante, tengo 15 años, soy de la sección 1A, soy nuevo en la ciudad, me mudé desde Japón porque obtuve una beca en este instituto y pues quiero aprovechar la oportunidad.
Todas las chicas presentes se quedaron calladas mientras me veían fijamente, esto se sentía bastante incómodo.
—Espera, espera, vamos por partes… ¿Cómo es eso que tienes 15? ¿Me estás diciendo que soy mayor que tú?
—Yo también, yo tengo 16 —dijo Alice.
—Y yo —secundó Vanessa.
—Yo también soy mayor que Dante —respondió Helen.
—¿Qué tiene de raro?
—¿Bromeas, humano? Estás en primer año de preparatoria con 15 años, normalmente uno la empieza a los 16 o 17 años, o al menos eso es lo común, ¿Cómo es que estás aquí? —cuestionó Debra.
—Pues nada especial, me adelantaron de grado cuando era pequeño, por eso estoy en el año en el que estoy.
—Carajo, estás lleno de sorpresas eh.
—Pero ¿Naciste en Japón o cómo? —preguntó esta vez Alice.
—No, yo nací aquí, pero por el trabajo de mi papá nos tuvimos que mudar a Japón y ahí pasé la mayor parte de mi vida.
—Oh, ya veo…debió ser difícil adaptarse a una cultura completamente diferente.
—Bastante, aunque bueno, mi familia me ayudó con eso, pero no te niego que fue complicado encajar ahí.
—¿Habían furries en tu escuela también?
—Claro que sí, Debra, pero no tantos como aquí, no sé a qué se deba, pero pues, la proporción entre humanos y furries en Japón es menor a la que hay acá.
—Wow…no me lo hubiera imaginado nunca.
—Bueno, demasiada información mía, les toca a ustedes.
—Vale, vale, lo haré yo para que veas que soy justa, pues mi nombre es Debra, por lo que veo soy la mayor de este grupo porque tengo 17 años, soy de la sección 1B, me gusta la programación, cuando me gradúe espero poder trabajar de eso y ganar muchísimo dinero.
—Vaya, veo que eres bastante práctica en tu forma de pensar.
—Obvio, es la mejor forma de pensar y de vivir, al menos así lo veo yo.
—¿Siempre te ha gustado la informática? —preguntó Vanessa.
—Si, desde niña me han llamado la atención esas cosas, por lo mismo me costó hacer amigas cuando era pequeña, ya que a la mayoría de chicas de mi edad no les gustaba eso, por eso me rodeé de chicos y pasaba la gran parte del tiempo con ellos, por lo mismo soy como soy, así que no se tomen personal nada de lo que les haga, simplemente soy algo "pesada" a veces jejeje.
—Entendido y anotado.
—Bueno niña, vas tú, que no escuché bien tu nombre cuando el guía te llamó.
—De acuerdo…pues mi nombre es Vanessa, tengo 16 años, mis padres son de Escocia, pero yo nací aquí, soy de la sección C, y me encantan los deportes, fútbol, básquetbol, voleibol, vivo y muero por los deportes, mi padre me heredó esa pasión por el deporte y la competencia atlética desde que era niña.
—Ya veo, dices que eran de Escocia, imagino que tus padres son muy futboleros —comenté yo.
—Muchísimo, son hinchas acérrimos del Glasgow Rangers, a veces en vacaciones vamos al Ibrox a verlos jugar, cuando visitamos a mi familia de allá o en otras ocasiones, aunque gracias a que me aficioné a más deportes se han ido interesando también en ellos, aunque no tanto como yo.
—Eso es genial, tienes una afición increíble, Vanessa.
—Jaja gracias, espero volverme profesional o ser federada en alguno de esos deportes, así como mis padres.
—¿Tus padres también eran profesionales?
—Si, ambos, mi padre fue profesional en tenis y mi madre fue profesional en natación.
—Vaya, tu familia está llena de atletas.
—Si, se puede decir que sí, jajaja.
—Bueno, creo que solo faltan ustedes dos chicas —me dirijo a Alice y a Helen— ¿Quién quiere ir primero?
—Iré yo, ya que también te recuerdo a ti, así me conoces mejor —dijo Alice.
—Em…ok, dale tú, entonces.
—Mi nombre es Alice, tengo 16 años, soy de la sección D, soy de aquí y a mí me gusta mucho el cine, heredé ese gusto de mi madre, es una gran aficionada a las películas, aunque no se dedicó a eso yo tengo la esperanza de si poder lograrlo, y quizás ayudar a que ella pueda vivir ese sueño conmigo.
—Oh, interesante ¿Y a qué se dedicó tu mamá entonces?
—Es agente de bienes raíces, es un trabajo demandante pero que paga bien, es muy buena en lo que hace, a pesar de no haber logrado su gran sueño siguió adelante y trabaja duro para mantenernos a mí y a mi hermanito.
—Oh, ya veo, pues suena interesante, a mí también me gustan las películas, sobre todo las antiguas, las que siguen siendo clásicos, aunque a la gente no le importen o ni siquiera las conozcan.
—Yo igual, siento que esas películas siguen siendo mejores, aunque las de ahora no están nada mal, siento que carecen de profundidad a veces.
—Si, es verdad. Pero bueno, hablaremos de cine luego, falta que Helen se presente —dije mientras señalaba a la chica en cuestión a lo que esta dirigió su mirada hacia nosotros.
—E-Está bien, mi nombre es Helen, tengo 16 años, soy de la sección E, me gusta mucho la música, se tocar la guitarra, el bajo y la batería, en mi caso quien me enseñó a tocar y me transmitió esa afición fue mi hermano mayor, él tiene una banda, a veces suelo ir a los conciertos que tienen, aunque sean una pequeña banda local mi hermano y sus amigos son felices, y yo me siento orgullosa de él y espero poder dedicarme a eso igual que él.
—¡Eso es asombroso! —exclamó Debra— Me gustaría ir a uno de los conciertos de la banda de tu hermano.
—C-Con gusto, pueden ir todos si quieren, entre más seamos mejor.
—Yo me apunto, yo apoyo todo tipo de arte —comentó Alice.
—Siempre que haya buena música está garantizado pasarla bien, así que yo le entro —secundó Vanessa.
—Yo igual, imagino que son una gran banda, así que hay que apoyarlos sin duda.
—Jeje, pues muchas gracias chicos.
De repente la charla fue interrumpida porque alguien tocó la puerta.
—Quedan 5 minutos chicos, dejen todo listo y preparado, cuando se acabe el tiempo retomaremos el recorrido.
—¡Entendido! —respondió Debra— Carajo, hay que repartir las camas.
—Si gustan yo puedo tomar la cama individual, y así las 4 comparten las literas, para que no se preocupen por su privacidad.
—Que caballeroso, pero nah, yo quiero la cama individual, necesito espacio para mi cola.
—Está bien, Debra, toda tuya.
—Genial —dijo Debra para tirar su maleta encima de la cama individual.
—Bueno, pues ustedes digan qué prefieren, yo con cualquiera de las literas estoy bien.
—Si quieres Alice y yo tomamos una y tú puedes compartir una con Helen.
—Cool, me parece bien. Helen ¿Quieres arriba o abajo?
—Abajo, me muevo mucho cuando duermo, tengo miedo de que si me quedo arriba pueda rodar y estamparme contra el suelo.
—Entiendo, no te preocupes, puedes quedarte abajo.
—G-Gracias Dante.
Y después de esa pequeña charla nos repartimos las camas por fin, dejamos nuestro equipaje en su respectivo lugar y salimos de la cabaña.
Al ver alrededor pudimos notar que la mayoría ya había terminado y se encontraban esperando más instrucciones, la cabaña de Anya ya había terminado también, al verme se acercó a mí y yo inmediatamente fui con ella.
—Veo que ya terminaste de acomodar todo —habló mi linda murciélago.
—Si, y tú también, puedo ver.
—Claro, ¿Ya te llevas bien con tus nuevas "amiguitas"? —dijo haciendo las comillas con los dedos.
—Oye, no te me pongas celosa sí, mira que yo podría ponerme igual contigo.
—Claro que no, en mi caso solo tengo a 1 chico en mi cabaña, el resto chicas, tú eres justamente ese chico en tu cabaña.
—Vamos, sabes que eso no importa, no significa nada, aunque estuviera metido con 10 chicas o más jamás te traicionaría así.
—Más te vale, humano.
—Oye, no empieces a llamarme así también tú.
—Es lo que eres ¿No? —dijo en forma de burla.
—Si, pero solo Taylor me dice así de esa forma, y me recuerda a ella, entonces no me gusta jajaja.
—Vale, vale, ya paro. Y hablando de ella, me pregunto cómo estará en su cabaña.
—Le tocó con puro hombre, así que seguramente está desquiciada ya.
—Jajaja podría ser, pero bueno, se tiene que acostumbrar.
Se escuchó el ruido de un silbato por todo el lugar, era el guía que nos estaba llamando para reunirnos nuevamente.
—Bueno, supongo que es hora de seguir con el recorrido —dije extendiendo mi mano a lo que Anya la tomo entrelazando sus dedos con los míos.
—Andando, mi amor.
Junto con los demás nos acercamos a donde estaba el guía para escuchar las nuevas instrucciones.
—Se acabaron los 20 minutos chicos, es hora de seguir con el recorrido, les vuelvo a pedir el favor de no desviarse del sendero, a permanecer siempre juntos y que una vez terminado el recorrido regresen a esta área, el resto de la estancia tendremos tiempo para conocer los demás lugares ¿Entendido?
—¡Entendido! —gritaron varios al unísono.
—Muy bien, continuemos entonces.