Narra Dante
El día había llegado, todavía no sabía para que me quería en su casa el papá de Anya, pero pues, obviamente no iba a rechazar la oportunidad de pasar tiempo con él y ganar su confianza de alguna forma.
Le pedí permiso a mi mamá de poder venir, al comentarle la situación ella accedió casi enseguida, supongo que al igual que yo sabía la implicación que tenía que el Sr. Paulsen me invitara a pasar la tarde con ellos, así que no opuso resistencia a que yo viniera.
Estaba junto a Anya esperando en las afueras del instituto a que su padre pasara por nosotros para irnos a su casa, así que aprovechamos para poder conversar un poco.
—Así que ¿Ni una pista?
—Nop, ni una pista.
—Rayos.
—Relájate, no tienes por qué ponerte nervioso.
—¿Bromeas, cierto? Es imposible que no me ponga nervioso, tu papá me quiere en su casa y no sé para qué es, eso me inquieta —dije mientras caminaba de un lado a otro.
—Ni que fuera a matarte.
—Uno nunca sabe.
—Vamos ya, ven —dijo para tomarme del brazo y hacer que me sentara en la banca junto a ella— A ver, lo más seguro es que solamente quiera probarte, cómo te desenvuelves por tu cuenta, sin la presencia de tu madre, ver si eres el mismo en diferentes situaciones, además, nos mostraste tu casa, probablemente él quiera tener el mismo gesto contigo.
—¿Tú crees? —pregunté algo incrédulo.
—Claro, es más que plausible, así que quita esa cara de susto y tómatelo con calma, sabes que yo estaré contigo en todo momento, no permitiré que abuse de ti.
—Gracias Anya, siempre encuentras la forma de hacerme sentir mejor.
—Para estoy amor —respondió mientras tomaba mi mano cariñosamente.
—Sabes...me alegra que no tuvieras que pasar por lo mismo con mi madre.
—Tienes razón, Denise se portó muy bien conmigo y con Taylor desde el principio, tienes a la mejor madre del mundo Dante.
—Si, yo también lo creo.
—¿Crees que tu papá me hubiera aceptado de primeras? ¿O me habría costado ganármelo?
—Probablemente tampoco, mi padre era un tipo simple en muchos aspectos, sabiendo todo por lo que pasó él aprendió que la vida era muy corta y muy valiosa como para desperdiciarla frustrándose por cosas sin importancia, entonces prefería ser alguien que ayudara a los demás y siempre buscara dejar algo bueno en la gente a su alrededor.
—Suena como un gran sujeto.
—Lo era, él también era el mejor padre del mundo...a veces realmente lo extraño.
—Me imagino, debió ser difícil perderlo, aunque no sé nada sobre lo que le pasó.
—Lo siento, algún día te contaré a detalle...es que se me hace difícil hablar de eso a veces.
—Está bien, lo entiendo —dijo mientras ponía su mano sobre mi hombro— No pienses que te estoy presionando o algo por el estilo, es lo que menos quiero hacer, quiero que me cuentes esas cosas a su debido tiempo ¿Vale?
—Vale —dije mientras acariciaba su otra mano y la veía a los ojos— Pero sí, definitivamente le habrías caído bien.
—Jejeje ¿Tan seguro estás?
—Hombre, una chica dulce, brillante, hermosa, que se preocupa por mí y que me quiere tal y como soy, es todo lo que él hubiera querido en una nuera.
—Dante... —susurró mientras se sonrojaba levemente.
—Es la verdad, eres una chica increíble Anya, nunca olvides eso.
—Imposible si me lo dices cada 5 minutos.
—¿5 minutos? Eso es mucho, que sea cada minuto mejor.
—Jajaja no te cansas de ser dulce.
—Contigo nunca, primor.
De repente escuchamos un sonido venir de cerca de nosotros, era el claxon de un auto, el padre de Anya había llegado por nosotros.
—Hola chicos, espero no estar interrumpiendo nada.
—Para nada papá, ya estamos listos.
—Excelente, adelante, suban.
Anya y yo nos levantamos de la banca y nos acercamos al auto del Sr. Paulsen, antes de que Anya abriera la puerta del copiloto me adelanté y la abrí por ella para que pudiera subirse, posteriormente abrí la puerta trasera y me senté en los asientos de atrás.
—Bueno, parece que alguien hizo su tarea —dijo el padre de Anya.
—No es nada del otro mundo señor, solo fue una cortesía.
—No seas modesto muchacho, los pequeños detalles no dejan de ser valiosos solo por ser pequeños.
—En eso tiene razón, Sr. Paulsen.
—Pónganse los cinturones chicos.
Anya y yo seguimos la indicación de su padre.
—Listo —dijimos los dos al unísono.
—En ese caso, pongámonos en marcha.
El papá de Anya arrancó el auto y pusimos rumbo a su casa. El viaje fue un poco largo, no sólo porque Anya vive en una zona bastante lejana del instituto, sino que encima al ser día de semana el tráfico era bastante feo, pasamos una hora y media atascados en el tráfico hasta que por fin llegamos a casa de Anya.
—Bueno, parece que alguien se quedó dormida —indicó el Sr. Paulsen refiriéndose a Anya, que en efecto se había quedado dormida, no la culpo, el viaje fue jodidamente larguísimo.
—Descuide Sr. Paulsen, si gusta yo puedo cargarla hasta adentro de la casa.
—Que considerado de tu parte Dante, adelante.
—Entendido señor.
Me bajé del auto y me acerqué a la puerta del copiloto, la abrí y busqué la forma de cargar a Anya en mis brazos, con cuidado la sujeté y la cargué estilo princesa hasta llegar a la puerta de la casa, toqué la puerta pero nadie la abrió del otro lado.
—Mmmm, probablemente mi esposa esté ocupada preparando la cena —dijo el padre de Anya mientras buscaba algo en sus bolsillos— Ten, sé amable y abre la puerta —me extendió las llaves de la casa.
—C-Claro —dije mientras me las arreglé para tomar las llaves sin soltar a Anya y dejarla caer al suelo, lo siguiente era ver la forma de meter la llave y quitar la cerradura de la puerta, como pude retiré el seguro y abrí la puerta de la casa— Adelante, pase usted señor.
—Gracias Dante, oye, si necesitas ayuda...
—D-Descuide señor, estoy bien —respondí al mismo tiempo que cruzaba la puerta para entrar en la casa de Anya, después de cerrar la puerta me dispuse a colocar a Anya en el sillón que había en la sala pero su padre me detuvo.
—Espera, llévala a su habitación, ella suele llegar cansada a casa y se va directamente a su cuarto.
—¿Se va a dormir sin cenar?
—No, toma una pequeña siesta y para cuando despierta se dispone a cenar, luego se vuelve a dormir.
—Oh, ya veo, jajaja ¿Su habitación está arriba?
—Así es ¿Crees poder llevarla?
—P-Por supuesto señor, déjelo en mis manos.
—Eso hago, literal la llevas en tus manos.
—Es verdad jajaja ahorita regreso.
Me dirigí hacia las escaleras con Anya todavía en mis brazos, subí paso a paso, escalón por escalón, para asegurarme que no me fuera a tropezar y que echara todo a perder. Una vez arriba no me costó encontrar la habitación de Anya ya que la puerta de esta tenía uno de esos letreros de "Prohibido El Paso" así que supe que esa era la de ella.
Abrí la puerta y vi la habitación de Anya y me quedé un poco sorprendido, la pared era de color morado, tenía posters de anime, algunas películas y un montón de adornos típicos de Halloween, por lo visto le gustan esas cosas, había repisas llenas de libros y su escritorio estaba un poco desordenado, algo normal.
En ese escritorio tenía fotos enmarcadas de ella con sus padres y de ella cuando era pequeña, se veía jodidamente adorable, tenía que pedirle copias luego. Al toparme con su cama con cuidado la recosté encima para que pudiera descansar, una vez el trabajo estaba hecho bajé las escaleras para reencontrarme con su padre, el cual ya no se encontraba en la sala, así que supuse que estaría en la cocina.
Al llegar a la cocina vi a los padres de Anya conversando entre sí, así me quedé detrás de la pared para que no me vieran e intenté escuchar algo de lo que hablaban.
—Ya te lo dije Robert, no quiero que te pases con ese chico.
—Tranquila mujer, no lo haré, solo lo estrujaré un poco para ver qué clase de tipo es.
—Por Dios Robert, que es un adolescente.
—Eso lo hace peligroso, pueden ser irresponsables, trastornados, delicados y unos holgazanes.
—Siento que estás exagerando.
—Claro que no, si ese niño quiere salir con mi hija tengo que asegurarme como pueda de que no le hará nada malo, de hacerlo va a desear estar muerto.
Joder, eso fue sí que fue intenso. Por una parte lo entiendo, pero vamos, ni que tuviera pintas de pandillero, ladrón o delincuente de algún tipo, no me jodas.
Cuando terminaron su conversación hice como que no había escuchado nada y entré en la cocina mientras los saludaba, a lo cual ellos correspondieron, después de saludarlos me di a la tarea de ver qué más podía hacer para ayudarlos.
—¿Ya está puesta la mesa? ¿Necesitan que les ayude con algo?
—Es muy considerado de tu parte Dante, pero no te preocupes, ya tengo todo listo —dijo la madre de Anya.
—Entiendo, si necesita ayuda con algo avíseme.
—Muchas gracias Dante.
Luego de un par de minutos la mamá de Anya nos indicó a su esposo y a mí que tomáramos asiento y así lo hicimos, ella empezó a servir la cena para los 3 para posteriormente sentarse con nosotros en la mesa.
Con todo puesto en su lugar la cena dio comienzo, los 3 estábamos degustando nuestros alimentos, la verdad la mamá de Anya cocina muy bien, la cena estaba exquisita.
Pasados unos minutos el padre de Anya buscó sacar conversación, imagino que para llevar a cabo el plan que él había desvelado sin percatarse que yo lo estaba escuchando.
—Bueno Dante, dinos, ¿Te la estás pasando bien?
—La verdad que sí señor, su casa es bastante bonita.
—Gracias Dante —agradeció la esposa del Sr. Paulsen.
—Me alegra saberlo, espero el tráfico no haya sido una molestia para ti.
—Para nada, al final es algo común, además tomando en cuenta la distancia que hay entre el instituto y su casa es entendible que tome bastante tiempo el trasladarse.
—Bien, las personas impacientes suelen desesperarse fácilmente con cosas así, pero veo que tú no eres así.
—Nop, aunque tengo mis momentos igual que todos logro lidiar con este tipo de cosas.
—Me gusta como piensas muchacho —dijo mientras tomaba un sorbo de su gaseosa— Sabes, me gustaría saber más sobre ti, dime, ¿Tienes amigos? ¿Otras amigas?
—Pues sí, además de Anya tengo dos amigas del instituto, Taylor y Rosé, tengo un amigo que va a otro instituto de esta ciudad que se llama Devin, y mi mejor amiga llamada Glorland, ella vive en otra ciudad.
—Mira, tienes muchos amigos.
—Pues sí, gracias a Dios tengo muchos amigos, aunque lo importante no es la cantidad sino la calidad de amigos que uno tiene.
—Mírate, esa es una perspectiva bastante madura de ver las cosas.
—Muchas gracias Sr. Paulsen, significa mucho viniendo de usted.
—Un placer, muchacho. Veamos, me dijiste que tu papá era militar ¿Qué rango ocupaba en su unidad?
—La última insignia que recibió fue de General de Brigada.
—Vaya, es un rango bastante alto para un militar.
—Así es.
—Supongo que era bueno en su trabajo.
—Para mí era el mejor.
—¿Y qué hacía exactamente? Digo, es obvio que tú no podías saberlo todo, pero alguna idea tienes.
—Pues las labores conocidas de un militar, no solía llevarme mucho a su trabajo como es lógico, solo sé que cuando era Cabo cumplió una misión bastante importante, pero no tengo más detalles.
—Ya veo, pero si dices que siendo Cabo hizo algo relevante debió ser algo bastante conocido.
—Pues supongo que sí, igual esas cosas no es que se hablen mucho en el día a día.
—Supongo que tienes razón.
—Bueno querido, creo que fue suficiente interrogatorio por hoy —interrumpió su esposa.
—Pero aún no termino.
—Dije que fue suficiente —replicó ella viendo un poco molesta a su esposo.
—Bien —bufó él bastante mosqueado, gracias Sra. Paulsen.
—Además, Dante ya tiene que irse, ya es tarde.
—Es verdad, ya debo volver a mi casa.
—Descuida muchacho, yo te llevo.
—No es necesario señor, no quiero causar molestias.
—Para nada, insisto, es lo menos que puedo hacer después de que aceptaras venir a mi casa después de clases.
—Bien, solo porque usted insiste señor.
—Ya regreso querida, iré a dejar a Dante a casa y luego vendré directamente acá.
—Gracias por la comida Sra. Paulsen, estuvo deliciosa.
—Es un placer cielo, si Anya despierta le diré que ya cenaste y que vas camino a casa.
—Gracias, lo apreciaría muchísimo.
—Bien, tengan cuidado, me mandas la ubicación.
—Lo haré linda, vamos Dante, toma tus cosas y vámonos —dijo el Sr. Paulsen para después tomar las llaves de su auto y salir conmigo de la casa.
El viaje de regreso como era de esperarse fue bastante extenso, aunque menos que hace un par de horas, en el camino de regreso iba mirando el paisaje, intentando no entablar conversación alguna con el padre de Anya pero fue inevitable, volvió a abrir una charla conmigo.
—¿De verdad te gustó la cena de mi esposa o lo dijiste solo para agradarla?
—Pues sí, sí lo dije es porque es verdad —respondí bastante confundido.
—Seguro, es imposible que mientas ¿No es así?
—Claro...supongo.
—¿Cómo que supones? Debes estar seguro de lo que respondes, las personas dubitativas no son de fiar.
—Lo sé, simplemente su pregunta me confundió un poco ¿Por qué habría de mentirle a su esposa de lo deliciosa que estaba su cena?
—No lo sé, tú dime, para mentir no siempre se necesitan motivos.
—Bueno, pues le adelanto que no fue mentira, me la pasé bien y la cena me encantó.
—Entiendo...Aunque imagino que te vas insatisfecho ya que Anya se quedó dormida.
—Pues no, sé que está cansada, ella se esfuerza mucho por salir bien en los estudios, obtener excelentes calificaciones y cumplir con sus deberes como estudiante.
—Como digas, pero yo me refería a que de seguro querías pasar tiempo con ella a solas.
—No era mi plan, digo, siempre es agradable pasar tiempo con ella, pero pues no me siento decepcionado de la cena de hoy.
—Bueno, deja tu bienquedismo que ya me cansa, quiero que contestes lo que realmente piensas y no lo que deberías decir de una buena vez.
—¿Perdone?
—Si, en serio crees que me voy a tragar ese cuento de que eres un muchacho culto, educado y de clase, no señor, no soy tan ingenuo como para hacerlo.
—A ver, me va a disculpar pero no voy a tolerar que me hable así ¿De qué cuento me está hablando usted? He sido yo mismo todo este tiempo, el que parece que estaba fingiendo algo que no es fue usted.
—¿Me acabas de llamar farsante? —dijo el padre de Anya bastante ofendido.
—Si un farsante es alguien que cambia su forma de ser cuando está frente a mi madre, a su hija o su esposa y cuando está a solas conmigo pues sí, lo llamé farsante.
—Muchacho insolente ¿Cómo te atreves a llamarme farsante?
—¿Y cómo se atreve usted a llamarme mentiroso? No es mi culpa que su pequeño plan de interrogarme y dejarme mal fracasara.
Al decir eso el tipo se quedó en silencio, sin poder emitir una sola respuesta a mi comentario.
—Así es, lo escuché mientras hablaba con su esposa en la cocina, pues lamento decirle que sea lo que sea que crea que soy se equivoca sobre mí, yo amo a su hija, es una chica asombrosa, sé qué hace este esperpento por buenas intenciones, pero no por eso le permitiré tratarme como un mentiroso.
El tipo seguía sin darme respuesta, toda la altanería que traía se le esfumó por completo.
—Asumo que hay algo que lo hace actuar de esta forma pero debería saber que no es la mejor forma de proceder, y sé que lo sabe en el fondo porque no se atrevió a hacer esto frente a mi madre, frente a Anya o frente a su esposa.
—No...no lo hice porque ellas no me hubieran dejado hacerlo.
—Pregúntese el porqué.
—Eso da igual justo ahora, lo que si te diré es que tengas cuidado de ahora en adelante, si llego a saber que le hiciste daño a mi hija, o le rompiste el corazón, o algo pasó entre ustedes yo mismo me encargaré de destrozarte y hacerte puré.
—Sus amenazas vacías no me asustan, trataré a Anya como la reina que es porque yo quiero hacerlo y sé que ella merece lo mejor, no porque un murciélago iracundo quiera asustarme con sus amagues y fintas, yo quería hacer las cosas bien pero veo que usted no está en ese plan, así que si se pondrá en esa postura al menos le pediré que no me falte al respeto.
—El respeto se gana, te lo dije, de todas maneras, quedas avisado, te dije que no sería fácil, y no pienso darte ninguna libertad en absoluto.
—No busco eso, y si tengo que ahuevo ganarme su permiso para estar con su hija estoy dispuesto a tolerar su teatro patético, pero que sea la última vez que busca humillarme de esta forma, a la otra si tiene algo que decirme hágalo frente a los demás, no a solas.
—Algo no me encaja de ti muchacho, ocultas algo, no sólo a mí, a Anya también, lo que quiero es alejarla del posible peligro al que puede estar expuesta estando contigo.
—Eso es lo que usted piensa, pero le probaré que se equivoca.
De repente el auto se detuvo, al mirar por la ventana me di cuenta que ya había llegado a casa.
—Ahora si me disculpa, me voy —dije para abrir la puerta del auto y salir del mismo— Buenas noches, señor —dije de forma sarcástica para darle un portazo al auto y caminar hacia la puerta de mi casa.
Maldito murciélago ¿Quién carajos se cree que es?