Narra Dante
Por fin se había acabado la semana, se sintió jodidamente eterna, ya de por sí pasar estudiando la mayor parte de tu día hace que el tiempo pase increíblemente lento sino que encima la espera hacía que fuera aún peor, las ansias me estaban comiendo vivo, menos mal ya era Domingo y había llegado el momento de la verdad, conocería oficialmente a los padres de Anya.
Obviamente ya los conozco, ya me los presentaron previamente, pero a lo que me refiero con conocerlos oficialmente es que ahora no me verían como un amigo más de Anya sino como su pretendiente, una gran diferencia.
Está de más decir que no fue sencillo organizar esta comida, de no haber sido por la intervención de mi madre no habría sido posible, ella puede ser bastante persuasiva cuando se lo propone, logró convencerlos de venir diciéndoles que quería conocerlos más dado que su vínculo se limitaba a saludarlos después de dejar a su hija cada que salíamos.
Una vez ellos escucharon la oferta bastante halagadora aceptaron, tendrían un almuerzo preparado por nosotros en nuestra casa, odio decirlo pero Taylor tenía razón esta vez de principio a fin, mi mamá no tuvo problemas en reconocerlo, pero pues yo prefería no darle muchas alas de igual forma, puede ser muy insoportable cuando eso pasa.
Nos esmeramos muchísimo mi madre y yo para preparar la casa para ellos, no tanto porque tuviéramos que hacer cambios significativos, ya que no era necesario, por costumbre solíamos mantener la casa lo más impoluta posible, nos gusta mucho el orden y la limpieza, así que solamente tuvimos que armonizar el ambiente para hacerlo sentir lo más cálido y acogedor posible.
Saqué los mejores trapos que tenía en mi armario, obviamente no pensaba usar un traje de gala o un esmoquin en mi propia casa, pero sí que busqué algo formal para poder causar una buena impresión, mi madre tuvo que hacer menos que yo obvio, su outfit habitual ya era lo suficientemente pulido e inmaculado, su mood frecuente era verse elegante.
Durante toda la mañana estuve mensajeándome con Anya, al igual que yo ella estaba super nerviosa como es normal, ella se había encargado de advertirme de lo estrictos que podían ser sus padres, y aunque me las arreglé para mantenerme lo más sereno que podía debo decir que si estaba un poco preocupado.
Después de una mañana bastante movida ya solamente faltaban unos cuantos minutos para que Anya y sus padres hicieran acto de presencia, mi madre y yo ya teníamos todo listo y preparado para su llegada, mientras esperábamos seguía chateando con Anya, pasamos todo el rato dándonos ánimo el uno al otro y deseando que todo saliera bien ese día, y de verdad espero que así sea.
El reloj marcaba las 12:00 del mediodía, el timbre de nuestra casa sonó, era la señal de que Anya y sus padres habían llegado, mi madre y yo nos dirigimos a la puerta para abrirla y darles la bienvenida a nuestros invitados.
—Buenas tardes —saludó sonriente mi madre— Pasen adelante, siéntanse como en casa.
—Buenas tardes Denise, muchas gracias por la bienvenida —saludó la madre de Anya.
—Buenas tardes —saludó de forma seria el padre de Anya esta vez.
—Buenas tardes Señora Specter, buenas tardes Dante —nos saludó Anya a mí y a mi madre. Se veía hermosísima, igual que yo estaba vestida con un outfit formal, nada demasiado elegante, pero hacía que se viera espectacular sin duda, solo espero no quedarme embobado viéndola frente a sus padres o pensarán que soy un menso de cuidado.
—Es un gusto tenerlos aquí, ¿Qué tal estuvo el viaje? —preguntó mi madre mientras nos dirigíamos a la sala de estar.
—Estuvo bien, un poco largo eso sí, pero todo en orden.
—Me alegro de escuchar eso, nuevamente les agradecemos por brindarnos parte de su tiempo para venir a comer con nosotros, sé que tienen muchas cosas entre manos.
—Ni lo menciones, siempre es bueno conocer a los amigos de nuestra querida Anya y a su entorno, además, dicen por ahí que tu comida es exquisita.
—Jejeje supongo que me estoy haciendo una pequeña fama —dijo mi madre de forma risueña— Quizás lo mejor sea que lo averigüen por ustedes mismos.
—Me parece excelente.
—Vamos, acompáñenos al comedor.
Nos trasladamos de la sala de estar al comedor donde la mesa ya estaba preparada por completo, mi madre había preparado un delicioso spaghetti con salsa ranchera, crema y queso rallado, de solo pensar en ese manjar se me hace agua la boca, y por la expresión que tienen nuestros invitados veo que la comida les ha causado la misma impresión que a mí.
—Spaghetti...es mi platillo favorito, ¿Cómo lo supieron? —preguntó el padre de Anya.
—Tengo mis contactos, es todo lo que diré —respondió mi madre orgullosa de haber dado en el clavo.
—Bueno, ya que todos estamos hambrientos creo que lo mejor será empezar a comer.
—Esa es la actitud, Teresa.
—Si mamá, muero de hambre —habló Anya.
Todos nos dispusimos a tomar nuestro lugar en la mesa, obviamente Anya se sentó junto a sus padres de un lado y mi madre y yo nos sentaríamos juntos del otro, al sobrar 3 sillas decidimos apartarlas de la mesa para no tenerlas ahí ocupando espacio y así las 6 ocupadas se pudieran distribuir de mejor forma aprovechando el espacio disponible.
Una vez nuestros invitados estaban en sus asientos mi madre y yo procedimos a servirles la comida en sus platos sin escatimar en absoluto, también servimos la bebida que acompañaría el platillo principal, la cual consistía en una limonada rosa, una bebida refrescante y que no desentonaba con la comida.
Ya con la comida servida todos los presentes nos dispusimos a degustar nuestro banquete, al ver a los padres de Anya se notaba que estaban disfrutando de la comida, se veían bastante a gusto y eso me tranquilizó bastante, más tomando en cuenta que al cruzar miradas con Anya esta procedió a sonreírme mientras ponía sus dos pulgares en alto en señal que todo estaba marchando según lo planeado, se veía jodidamente adorable.
Pasados unos minutos todos íbamos terminando nuestros platos y quedándonos nada más que con la bebida, cosa que nuestros invitados aprovecharon para iniciar una pequeña charla.
—Debo admitirlo Denise, tu reputación te precede, esta comida estaba exquisita.
—Muchas gracias Teresa, siempre me esmero porque mi comida pueda alegrar no solo el estómago sino también el corazón de todos aquellos que la prueben.
—Pues lo conseguiste con nosotros. ¿Tú que dices, querido?
—Concuerdo con mi esposa, esta comida es del más alto nivel culinario, mis felicitaciones a la chef —pronunció el padre de Anya.
—Muchas gracias por el cumplido, Robert.
—¿Y a ti, Anya? ¿Qué te pareció la comida de la Sra. Specter?
—Excelente mamá, agradezco a la Sra. Specter y a Dante por este magnífico almuerzo —dijo Anya con un tono bastante formal.
—El gusto es mío querida, los amigos de Dante también son mis amigos, por tanto quiero darles lo mejor de mí siempre.
—Muchas gracias Sra. Specter, significa mucho para mí.
—Y dinos Dante —pronunció el padre de Anya para después dar un pequeño sorbo de su limonada— ¿Cómo va tu proceso de adaptación a esta ciudad? Supe que tú y tu madre se mudaron hace poco.
—Así es señor, decidimos mudarnos de Japón hacia acá cuando me enteré de que obtuve una beca de parte del Instituto Pearson.
—Una beca eh, eso quiere decir que eres un estudiante muy brillante.
—No es para tanto, solo me esfuerzo por hacer un excelente trabajo y dar lo mejor de mí en cada cosa que haga.
—Buena actitud. Y dime ¿Cómo era tu vida en Japón? ¿Cuánto tiempo estuvieron ahí?
—Estuvimos bastantes años, fue debido al trabajo de mi padre.
—¿A qué se dedicaba tu padre?
—Era militar.
—Vaya —exclamó bastante sorprendido el padre de Anya— Una profesión más que admirable.
—Muchas gracias señor.
—¿Él era del ejército de Japón?
—No, él era del ejército de este país, se había trasladado a Japón por órdenes de sus superiores, no supe muchos más detalles.
—Ya veo, pasaste gran parte de tu vida en ese país ¿No es así?
—Si, aunque mis primeros años los viví en este país, solo que no en esta ciudad obviamente.
—Claro, ¿Y han visitado otros países?
—Si, visitamos otros países pero de forma esporádica, Alemania, España, Inglaterra, Italia y otros más.
—Pero mírate, tan joven y ya has estado en varios países del mundo.
—Si, dada la profesión de mi padre nos tocaba mudarnos mucho.
—¿Es bastante usual en los militares?
—Mucho, en Japón fue el lugar en el que más tiempo estuvimos ya que no tuvimos que seguirnos mudando hasta ahora.
—¿En serio? ¿Y a qué se debió eso?
—Al fallecimiento de mi padre.
Al decir eso pude notar como el padre de Anya casi se atraganta con su limonada, evité reírme porque eso solo me metería en aprietos.
—Cof cof cof...m-mil disculpas —dijo para limpiarse la boca con una servilleta— Lo siento Dante, no sabía que tu padre había fallecido, mi más sentido pésame.
—Gracias señor, y no se preocupe, no hay problema, eso ya pasó hace años.
—De igual forma, era tu padre, sin importar el tiempo que pase su recuerdo siempre estará presente, si mi querida esposa o mi dulce hija se fueran de este mundo podrían pasar décadas y yo no podría olvidarlas jamás.
—Entiendo el sentimiento, y lo comparto, mi padre era todo un ejemplo a seguir, cuando era pequeño buscaba imitarlo en todo, hasta quería ser militar como él...aunque bueno, obviamente ese deseo menguó con el tiempo.
—¿Y ahora qué quieres ser? ¿Cuáles son tus planes a futuro?
—Pues me gustaría estudiar algo relacionado con la Informática en la universidad, ser un programador, ingeniero en sistemas, alguna profesión como esa.
—Entiendo, he notado que ese campo ha crecido mucho en los últimos años.
—En efecto señor, hace décadas no era una carrera que estuviera muy desarrollada, o que ofreciera una amplia gama de ofertas laborales, pero pues, ahora es totalmente diferente.
—Eso veo, pues que bien que tengas un plan, muchos jóvenes toman esas decisiones tan importantes casi al azar.
—Gracias a mis padres siempre he tenido el hábito de pensar antes de actuar, aunque a veces no lo logro, mi meta es siempre tomar las decisiones de la forma más prudente posible.
—Yo respeto eso, muchacho, de veras que sí —dijo para dar un último sorbo a su limonada y terminarla por completo— Y ya que eres alguien tan prudente y bueno con las palabras creo que es hora de hablar del elefante en la habitación.
—Dígame, soy todo oídos.
—¿Por qué quieres ser novio de mi hija?
— ...
No me esperaba que fuera a saco con esa pregunta, de una charla amena pasó directamente al ataque, sí que era alguien de cuidado.
—¿Disculpe?
—Ya me oíste muchacho, ¿Qué planeas obtener al ser el novio de mi pequeña?
Carajo, obviamente es lo que le quería preguntar desde el principio, para eso es todo este almuerzo, simplemente no me esperaba que se lo viera venir tan de primeras.
—Bueno, pues no diría que busco "obtener" algo de su hija, ella es una amiga a la que yo aprecio y estimo muchísimo, alguien que me abrió sus brazos desde el primer día y que de a poco se fue ganando mi cariño, y que sin esperarlo se convirtió en alguien sumamente importante para mí, y al ver que esos sentimientos son correspondidos por ella decidí que lo mejor era hablarlo con ustedes como sus padres y pedirles el permiso de ser el novio de su maravillosa hija.
El murciélago procedió a verme directamente a los ojos, para después analizarme con su mirada de arriba a abajo, como si sus ojos fueran un escáner que está observando cada parte de mi ser para obtener un veredicto.
Su esposa y su hija se limitaban a verme y luego voltear hacia él para ver su reacción a mis palabras, mi madre me tomaba de la mano suavemente para darme ánimos y tranquilizarme de alguna forma.
Una vez el padre de Anya terminó de analizarme procedió a poner una postura firme y erguida para dirigirse hacia mí, arregló ligeramente el cuello y las muñecas de su camisa para pronunciar una sola palabra.
—...No.
...
Espera...¿QUÉ?