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19.51% Instituto Furry / Chapter 8: Cabina de fotos

Chapitre 8: Cabina de fotos

Narra Dante

Por fin, era fin de semana, mi primera semana de clases en el Instituto Pearson por fin había llegado a su fin, haciendo un balance de lo que había pasado puedo decir que fue una semana excelente, no pensé que haría amigos tan rápido ya que nunca se me ha dado bien eso, pero bueno, no puedo quejarme. 

Encendí la pantalla de mi celular para ver la hora y vi que eran las 9:30 am, buena hora para despertarse en un sábado, anoche no pasó mucho, simplemente volvimos del restaurante, llegamos, nos cambiamos y nos fuimos a dormir, sin sobresaltos, una vez espabilado ligeramente bajé las escaleras para ver si mi mamá y Glorland ya se habían despertado, y efectivamente, ambas se encontraban platicando alegremente en el comedor.

—Buenos días.

—Buenos días dormilón.

—Me sorprende que te despertaras antes que yo Glorland, casi siempre es al revés.

—Ya ves, la vida te da sorpresas...

—Sorpresas te da la vida.

—Tú si sabes jajaja.

—Ustedes dos no han cambiado eh —dijo mi madre acercándose a la mesa con una taza de café.

—No mamá, sabes que sigo siendo igual, con ligeros cambios pero igual.

—Lo sé cariño, se nota —me dio un beso en la mejilla— Dime ¿Ya tienes abierto el apetito?

—Por supuesto que sí ¿Qué hay en el menú del día de hoy?

—Panqueques con miel de maple.

—Eso suena delicioso mamá.

—Bueno, sírvete, y disfruta del buffet.

—¡Roger!

—¿Roger? ¿Quién es Roger? —preguntó Glorland.

—Es la palabra que usan los militares para confirmar que recibieron el mensaje.

—¿En serio?

—Si, joder, te he dado ese dato varias veces.

—Has dado MILES de datos inútiles durante años, Dante.

—Y te los tendrías que saber todos.

—Ya niños, es muy temprano aún para que se agarren de las greñas, coman y disfruten el desayuno en silencio.

—Para que Glorland no se ofenda no diré Roger.

—Haz caso a tu madre y come.

Después de molestar a Glorland un rato como era costumbre procedí a tomar unos cuantos panqueques y un poco de miel de maple para poder devorarlos a gusto, una vez teniéndolos en mi plato tomé los cubiertos y comencé a comerlos, la verdad que mi mamá tenía una habilidad especial para cocinar, no importaba que fuera un platillo que preparaba por primera vez le quedaba exquisito, toda la comida que mi mamá prepara tiene un toque que la hace especial, en medio de mi trance culinario Glorland llama mi atención dándome un ligero toque en el brazo.

—Oye ¿Tienes planes para hoy?

—¿Dormir todo el día?

—Hablo de planes reales.

—Dormir todo el día es un plan real.

—No tienes planes, excelente.

—¿Ahora en qué cosa me quieres entrometer, niña?

—Estoy chateando con Devin y me preguntó si quería ir a un parque de diversiones de acá con él.

—Cool, suena que le agradaste, deberías ir.

—Por eso te estoy diciendo que vayas conmigo.

—¿No crees que estaría de tercera rueda si voy contigo?

—No como chaperón, por si no lo recuerdas es mi primera vez aquí y no conozco la zona.

—Para eso está Google Maps.

—Vamos Dante.

—Tranquila, era una broma rayos.

—Puedes invitar a Anya si eso te convence de ir.

—¿Y por qué invitaría a Anya justo?

—¿Ya olvidaste la charla que tuvimos anoche en el auto?

—No, no la olvidé, simplemente la omití y fingí que no había pasado.

—Que exagerado, en fin, el punto es que irás conmigo te guste o no, queda en ti si te amarras los pantalones y te animas a invitar a Anya.

—No voy a invitar a Anya a tu cita con Devin.

—Puede ser una cita doble.

—La diferencia es que Anya y yo no iríamos en ese plan.

—A ver señor complicado, solo te pido que vayas conmigo, tú sabrás si quieres andar de mal tercio o salir con una de tus amigas.

—Bien, iré contigo, déjame escribirle a Anya para ver si puede ir, por si no lo recuerdas ella está castigada, así que no creo que le den permiso.

—No te preocupes por eso querido, yo puedo hablar con Anya y sus padres para que le den permiso —dijo mi madre.

—¿Es en serio, mamá? ¿Tú también?

—Vamos hijo, soy tu madre, te conozco mejor incluso que tú mismo.

—¿Por qué siento que aprovecharon que estaba dormido y se levantaron temprano solo para confabular contra mí?

—No es contra ti cielo, es para ti, lo hacemos por tu bien.

—Ay Dios mío bendito.

 

 

...

 

 

La mañana se había pasado rápido, normal tomando en cuenta el ajetreado devenir que tuvo, primero mi mamá le llama a Anya y a sus padres para que le dieran permiso de salir con nosotros, y aunque pensé que no accederían sorprendentemente si la dejaron ir, ya con eso resuelto pues no pude negarme y tuve que arreglarme para acompañar a Glorland y Devin a su cita. 

Ya estando en el auto de mi mamá rumbo al parque de diversiones de la ciudad, por parte me sorprende que haya sitios tan geniales acá, pero por otro es de esperar, he de destacar que mi mejor amiga puso esmero esta vez en verse bonita, no suele arreglarse demasiado o con mucho entusiasmo pero hoy lo hizo, es increíble lo bien que congeniaron esos dos, aunque bueno, no debería adelantarme, puede que haya onda entre ellos pero pues no quiere decir que vayan a casarse mañana. 

Pasados unos minutos y después de estar perdido en mis pensamientos habíamos llegado, mi mamá se había estacionado y nosotros procedimos a bajarnos del vehículo no sin antes despedirnos de ella. 

Una vez mi madre se fue nos dispusimos a buscar a Anya y Devin, quedamos en vernos en la entrada principal del parque de diversiones, el estacionamiento era enorme, tardamos un par de minutos en cruzarlo para por fin estar en la entrada principal, cuando llegamos nos encontramos con ambos que ya estaban esperándonos ahí, me concentré más que todo en Anya, no sé por qué pero se veía bastante linda, llevaba puesto una blusa de color celeste, manga larga con los hombros descubiertos, un pantalón jeans de color azul oscuro, unas zapatillas bajas de color beige, su cabello de color rojo se veía particularmente hermoso el día de hoy, no podía despegar mi mirada de ella, caminé en piloto automático hasta que ya estaba cerca de ella y fue cuando ella me vio que pude reaccionar para saludarlos a ambos.

—Hola chicos.

—Hola Dante, hola Glorland —saludó Devin.

—Hola Devin —saludó Glorland abrazando a Devin— Espero que no los hayamos hecho esperar mucho.

—No, tranquila, estuvimos platicando mientras tanto.

—Hola Dante —me saludó Anya.

—Hola, lamento haber tenido que arrastrarte a esto.

—Descuida, no me molesta, sé que esta salida es importante para ellos, además, me la pasé tan bien anoche que quería pasar un poco más de tiempo con ustedes.

—Cool, me alegra que te la pasaras bien anoche.

—Si, además debo agradecerle a tu mamá otra vez que intercediera por mí, sin ella no estaría aquí.

—Tienes razón jeje.

—Bueno ¿Qué les parece si entramos ya? —preguntó Devin.

—Claro, me parece, vamos chicos —respondió Glorland.

Los 4 caminamos hacia dentro del área del parque y vimos todo lo que había a nuestro alrededor, era un parque de diversiones enorme, había diversas atracciones a las cuales podíamos subirnos, ruedas de la fortuna, carruseles, carritos chocones, atracciones de todo tipo.

—Bien ¿Qué les parece si nos dividimos? Glorland y yo iremos por la izquierda y ustedes vayan por la derecha, nos reunimos aquí a las 5 pm para buscar algo de comer y luego nos vamos.

—Claro, suena bien.

—Bien, suerte chicos —dijo Anya.

—Igualmente, suerte Dante —dijo Glorland a la vez que me guiñó el ojo.

—¿Qué fue eso?

—La verdad Anya, no tengo idea.

Una vez Anya y yo nos fuimos por las atracciones que había del lado derecho del parque nos detuvimos en varias de ellas, primero fuimos a un clásico de estos lugares, el típico juego de lanzar aros para llevarse premios, por $1 nos daban 3 intentos para asestar el aro en el premio que fuera de nuestro agrado.

Primero fue el turno de Anya, logró atinar 2 de sus 3 tiros, se ganó un par de lentes de sol que se veían geniales y un gran burbujero, por mi parte logré atinar mis 3 tiros, conseguí un juego de cartas UNO, una bolsa de dulces y el premio más difícil y por tanto el mejor de todos, un billete de $50, por la expresión del dueño del juego parece que no esperaba que alguien se llevara el billete, orgullosos de nuestros premios nos fuimos a buscar más atracciones que ver, nos subimos a una montaña rusa que había por ahí, aunque la fila había sido larga decidimos hacer la espera, mientras aprovechamos de platicar un poco.

—¿Crees que vaya a pasar algo con esos dos hoy? —preguntó Anya.

—No lo sé la verdad, aunque veo que ambos tienen esa disposición justo ahora.

—Tú los conoces mejor que yo ¿Tú qué piensas?

—Yo pienso que van por buen camino, aunque llevan unos pocos días conociéndose, si quieren tener algo serio no deberían tener tanta prisa.

—Ya veo, eres de los que tienen un paso más lento con esas cosas.

—Podría decirse que sí, no es bueno darle tu corazón a cualquier persona, debes dárselo a alguien que te haga sentir 100% seguro de que lo cuidará con su vida.

—Tienes razón, no sabía que pensaras de esa forma.

—Hay muchas cosas que no sabes de mí todavía, Anya.

—¿Todavía? -dijo ella mirándome de forma curiosa.

—Claro, tengo cierto nivel de confianza en ti, bastante tomando en cuenta que nos conocemos de hace solo una semana, pero no sé, me das esa sensación de poder hablar contigo de cualquier cosa.

—¿En serio te hago sentir así, Dante?

—Si, no te lo diría si no fuera cierto.

—Ya veo... —desvía la mirada dándome la espalda.

—¿Todo en orden?

—S-Si, yo, estoy bien, tranquilo.

—Ok.

Cuando por fin llegamos a la entrada de la montaña rusa el operario nos dio las típicas instrucciones y medidas de seguridad, una vez nos subimos en uno de los carritos nos pusimos la barra de seguridad y los vagones empezaron a subir poco a poco.

—Oye, está muy alto aquí.

—No me digas que le tienes miedo a las alturas, Anya.

—N-No, bueno, no sé, según yo no les tenía miedo.

—Tranquila, si morimos al menos nos moriremos juntos.

—E-Eso no me tranquiliza —pude notar como se formaba un leve sonrojo en sus mejillas.

—Está bien, no te angusties, era solo una broma, estaremos bi... —no había terminado de hablar cuando de repente sentí como Anya me abrazaba con fuerza, no me esperaba ese abrazo— Bien...

—E-Espero no te moleste.

—No, para nada... —teniéndola a ella pegada a mi cuerpo instintivamente rodeé el suyo con mis brazos para completar el abrazo— Si esto te tranquiliza supongo que está bien.

—Mucho... —susurró de forma muy adorable.

Llegados a la cima de la montaña rusa y con ella entre mis brazos el vagón procedió a bajar de forma vertiginosa, la sensación de adrenalina era asombrosa, en lo personal disfrutaba mucho de las montañas rusas, así que el sentir una alta velocidad, el viento en mi cara, y los idas y vueltas del trayecto fue divertido, aunque no puedo decir lo mismo de Anya, permaneció enganchada a mí durante todo el recorrido, ocultando su cara en mi pecho, para cuando volvimos al lugar de inicio todos empezaron a bajar pero ella seguía aferrada a mí.

—Anya, ya está, se terminó el viaje, puedes soltarme.

—Despegó su rostro de mi pecho y volteó a ver al frente— C-Claro, es verdad, ya se acabó —dijo para después separarse de mí— Que alivio, gracias por ayudarme a pasar esto.

—No es nada, es hora de bajarnos.

—Seguro.

Nos bajamos finalmente de la montaña rusa y nos dirigimos a otra atracción, a todo esto ya casi llegaba la hora de reunirnos con los demás en el punto acordado, así que solo podríamos visitar una o dos atracciones más como mucho, nos detuvimos en una máquina de esas donde mueves una grúa para conseguir un premio.

Anya se veía especialmente entusiasmada en ganarse un peluche de Kirby que era el que más llamaba la atención, así que nos acercamos e hicimos un par de intentos, ella fue la primera en intentar ganarse el peluche en cuestión sin éxito ya que la grúa ni siquiera tomó nada en absoluto, luego me tocó a mí y esta vez la grúa si tomó el peluche, pero lo soltó justo cuando estaba cerca de la salida.

Anya decidió intentarlo una última vez y con mi sabio consejo sacado de Bob Esponja de que fuera la grúa, que imaginara ser la grúa por fin logró ganarse el ansiado peluche, que la verdad si estaba bonito. 

Una vez con el premio visitamos una última atracción, era una cabina de fotos, de esas en las que te tomas un tiraje de fotos con una persona, aunque no me entusiasmó mucho la idea en un principio ella logró convencerme al final, igual sería un lindo recuerdo unas fotos con Anya. 

Para nuestra fortuna no había fila o gente esperando en la cabina, así que nos dispusimos a entrar, ya adentro leímos las instrucciones y colocamos el dinero requerido para que la cabina hiciera lo suyo.

—Bueno, dice que es una tira de 7 fotos y que toma una cada 30 segundos, así que hay que estar listos.

—Entendido ¿Qué pose hacemos primero? —preguntó Anya un poco emocionada.

—No sé, la primera que se te venga a la mente.

—Jajaja bien, lo tengo.

Para la primera foto Anya decidió simplemente sonreír así que yo también sonreí para la foto con ella, ya listos vino el flash de la primera foto.

—Espero haber quedado bien.

—Seguro que sí Anya, me parecería raro que te vieras mal en una foto sonriendo.

—Wow, hoy sí que andas cariñoso conmigo, eh.

—Lo dice la que me abrazó en la montaña rusa como si su vida dependiera de ello.

—¿Me vas a decir que no te gustó?

—No, si me gustó, pero te lo recuerdo para que veas que tú también has andado cariñosa conmigo.

—Touché.

—Lista, aquí viene la segunda.

—Bien, sígueme.

Esta vez Anya hizo muecas graciosas con la cara, la verdad se veía graciosa, me limité a seguirle la corriente para ver como el flash de la segunda foto aparecía.

—Nos quedan 5, ve pensando qué quieres hacer.

—Si si, pero detengámonos un momento en algo.

—¿Qué pasa?

—Dijiste que te gustó el abrazo.

—Ah, este, sí, pues sí, me gustó.

—¿En serio? —dijo Anya un poco tímida.

—P-Pues sí, sería un bobo si me molestara porque una chica linda me abrace así —Ni bien terminé de decir eso cuando me di cuenta de lo que había dicho, solo pude ver a Anya y la expresión completamente atónita que albergaba su rostro, no dijo nada, simplemente me volvió a abrazar esta vez poniendo su rostro cerca del mío haciendo que estuviéramos pegados, solo pude dirigir mi mirada hacia el frente y sonreír para que el flash de la tercera foto apareciera.

—¿Tenías esa pose pensada o se te ocurrió de repente?

—Dijiste que te gustó el abrazo, no veo porque no podía darte otro.

—Vaya, no encuentro fallas en tu lógica.

—Esa referencia si la entendí —soltó una leve risita.

—Bueno, ahora tengo una idea para la siguiente.

—Adelante.

Sin separarnos del abrazo hice la típica de poner mi mano detrás de la cabeza de Anya y hacer un par de cuernitos con mis dedos, ella solo sonrió y me siguió el juego haciendo lo mismo, y así llegó el flash de la cuarta foto.

—No fue muy original, pero fue divertido.

—Oye, en mi mente se veía épico.

—Seguro que sí ¿Alguna otra idea súper original que tengas?

—De hecho sí, aquí va.

Empecé a hacer los gestos de Spider-Man lanzando telaraña con mis manos, un poco infantil, lo sé, pero vamos, es Spider-Man, nunca puedes perder la oportunidad de hacer ese gesto en una foto, ella me siguió la corriente haciendo los mismos gestos, y así llegamos al flash de la quinta foto.

—Bien, ya no tengo más ideas.

—Tranquilo, con las que diste fue más que suficiente jajaja.

—Pero nos quedan dos fotos, no hay que desperdiciarlas.

—Tienes razón.

—Bueno ¿Y qué pose hacemos? —dije mientras la miraba fijamente a los ojos.

—No lo sé —dijo ella correspondiendo mi mirada— No se me ocurre una justo ahora.

—Ni a mí.

Entramos en una especie de trance, donde ninguno podía desviar la mirada, nos quedamos viendo fijamente de tal forma que parecía que intentábamos encontrar un tesoro de gran valor los ojos del otro, como si quisiéramos explorar hasta lo más profundo del alma de la persona que teníamos al frente, no dijimos nada, no pude articular palabra alguna en esos segundos, solo miraba sus lindos ojos amarillos que tenían cierto brillo que los hacía únicos, ni siquiera el flash de la sexta foto rompió la conexión que habíamos establecido en ese instante.

Sentí como ella ponía suavemente su mano sobre la mía, eso produjo una sensación increíble en todo mi cuerpo, no sabía que era pero estaba seguro que era algo magnífico, después de mirar sus bellos ojos bajé mi mirada hacia sus labios, miré los colmillos que sobresalían de los mismos, y pude sentir como ella hacía lo propio con mi boca, poco a poco la distancia entre nosotros se fue haciendo cada vez menor, finalmente con mi mano libre acaricié su rostro, sostuve su mentón y le planté un beso en sus labios.

Ambos cerramos nuestros ojos para poder disfrutar más de ese momento, ella tomó mi mano izquierda y entrelazó sus dedos con los míos mientras mi mano derecha seguía sosteniendo su mentón, podía sentir como ella se estremecía debido al beso, estaba nerviosa, yo no era diferente, simplemente seguí mi instinto y continué con el beso, ella correspondió y siguió el ritmo de mis movimientos.

El sabor de sus labios era espectacular, no había probado algo tan dulce, suave y exquisito como eso en mi vida entera, acaricié sus mejillas para después acariciar su cabello, ella puso su mano libre detrás de mi cuello para acercar mi rostro aún más al de ella, estuvimos así unos cuantos minutos hasta que la falta de oxígeno nos obligó a separarnos rompiendo nuestro apasionado beso. 

Una vez terminado el beso nuestras manos seguían unidas, nuestras miradas intentaban buscar respuestas en los ojos del otro a lo que había pasado en esa cabina de fotos, lo único de lo que estábamos seguros en ese momento es que ya no había marcha atrás, ya nada volvería a ser como antes. De repente un sonido rompió nuestra particular hipnosis, era la cabina que había revelado las fotos que nos tomamos, vimos como la sexta y séptima foto fueron justamente de nuestra larga mirada mutua y de nuestro beso, Anya procedió a tomar las fotos y guardarlas en su bolso.

—T-Te daré una copia, lo prometo —dijo un poco tímida.

—Eso espero, yo también quiero atesorar este momento para toda la eternidad.

—D-Dante —estaba notablemente sonrojada, aunque yo no era menos.

—¿Qué pasa?

—Te quiero... —susurró algo que no pude distinguir muy bien.

—¿Qué dijiste, Anya?

—Q-Que te quiero Dante —dijo un poco más fuerte.

—Yo también te quiero Anya —acaricié su mano que no había soltado la mía en ningún instante.

—¿Qué hora es?

—Ah, claro —con mi mano libre saqué mi celular y noté que faltaban 5 minutos para las 5:00— Ya casi son las 5pm, deberíamos ir al punto de encuentro para esperar a los demás.

—B-Buena idea.

—Ven, veamos cómo les fue a ellos.

—Espero que igual de bien o mejor que a nosotros —dijo Anya mientras me acompañaba afuera de la cabina.

Vaya, y yo que creía que iba a tener un fin de semana aburrido.


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