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Mo Ruyue miró alrededor y encontró que la decoración aquí no estaba mal.
Ella creía que mil táeles eran más que suficientes para gastar aquí.
A lo sumo, costaría trescientos o cuatrocientos táeles. ¿Qué tan caro podría ser?
No había mucha gente en este restaurante, y era obvio que el negocio no era bueno.
Mo Chengfeng miró a Mo Ruyue con simpatía y hasta le guiñó un ojo en secreto.
Pero Mo Ruyue no entendió.
Ming Sihan estaba de buen humor mientras bebía su té. Cuando vio a Mo Chengfeng haciéndole una seña, susurró:
—Mo Chengfeng, ¿qué te pasa en los ojos?
Mo Chengfeng se frotó los ojos con torpeza y dijo:
—Quizás haya algo en mis ojos.
—¿Entrar cosas? ¿Dejame ver? —Mo Ruyue se levantó y caminó hacia Mo Chengfeng.
Ella miró los ojos de Mo Chengfeng de cerca:
—Hermano Mayor Mo, no te muevas. Voy a soplar en tus ojos. Estarás bien en un rato.
Mo Chengfeng sintió su cuerpo endurecerse. Ruyue estaba demasiado cerca de él, y había incluso un demonio mirándola.