—Ren mencionó que eres su novia —dijo Elena con una sonrisa amable—. Yo, por otro lado, soy la primera esposa de Ren. Pero no te preocupes, no soy lo suficientemente posesiva como para quererlo solo para mí. Él es un hombre extraordinario, y creo que no debería estar limitado a una sola persona. Estoy contenta con la idea de compartir.
—. . .
—. . .
¡Mierda! —Ren maldijo.
Con las palabras de Elena flotando en el aire, la atmósfera de la habitación se tensó con una tensión no expresada.
Ren sintió el peso de la mirada de Evie, como carbones ardientes quemando su piel. Sus ojos eran agudos, ardientes con una mezcla de incredulidad y enojo. Podía sentir cada una de sus emociones, aunque su rostro parecía congelado en su lugar.
—¿¡Esposa?! —La palabra brotó de ella como un volcán, expulsando furia fundida.
Ren se movió rápidamente, acercándose a Evie en un intento de desactivar la situación. —Evie, por favor, déjame explicar.