Han pasado dos semanas desde el regreso de Lux del Elíseo.
Él y su Abuela Vera dejaron la Fortaleza de Wildgarde, para que el Medio Elfo pudiera emprender una intensa sesión de entrenamiento que lo llevó al límite.
Con la felicidad de su nieta en juego, Vera había sido muy estricta con el entrenamiento. Era porque amaba a Lux con todo su corazón que no le mostró ninguna piedad durante sus sesiones de práctica.
Esto hizo que el Medio Elfo comprendiera que, a pesar de que la amable anciana, que lo había criado desde que era bebé, había bajado su rango para igualarlo, su experiencia en batalla era deficiente, tanto que no era capaz de tocar ni un solo cabello de ella.
Durante la primera semana, Vera se aseguró de inculcarle las debilidades que poseía, permitiendo que el Medio Elfo comprendiera mejor sus deficiencias.