El estrecho pasillo resonaba con el sonido de pasos apresurados. Alion redujo la velocidad, frunciendo el ceño mientras miraba hacia atrás.
No esperaba que los descubrieran tan pronto. No solo les habían descubierto, sino que los Guardias del Clan de Sangre se habían reunido para detenerlos, corriendo en su dirección.
Vestido con ropas oscuras, agarró su espada con fuerza, su hoja brillando ominosamente en la tenue luz.
Detrás de él, Cylix y Novius también se sorprendieron. Había demasiados guardias. Pensaban en ayudar.
—¡Váyanse! ¡No olviden el plan! ¡Salgan de aquí! ¡Les encontraré más tarde! —rugió Alion, dándose cuenta de lo que pensaban sin siquiera mirar hacia atrás.
A diferencia de Cylix y Novius, Lira no dudó. No quería ser capturada de nuevo. Sin pensarlo dos veces, comenzó a irse.
—¿Pero tú...?