Gabriel limpió el último Fragmento del Alma del Santo Señor. Era la última persona que quedaba en el lugar.
—¿Qué ha pasado? —preguntó de nuevo mientras su aura se expandía, devorando lentamente toda la región sagrada de la Iglesia de la Luz—. ¿No vas a venir a encontrarte con tu viejo amigo?
—No te preocupes. Puede que tú olvides a este amigo tuyo, pero yo no te olvidaré —mientras la región sagrada era destruida, Gabriel finalmente se giró. Era evidente que la Diosa de la Luz no iba a mostrarse.
—Espéralo con ansias...
Gabriel apareció fuera de la Iglesia de la Luz, la cual se derrumbó, como si hubiera perdido todo su soporte.
En el Reino Superior, la Diosa de la Luz escuchó todo lo que Gabriel habló. Sus ojos revelaron un brillo frío. —No te preocupes, viejo amigo. ¡Me aseguraré de preparar una buena 'bienvenida' para tu llegada!
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