Justo afuera de la Capital de Arecia, donde se llevaría a cabo la ejecución de Avilia, se erigió una poderosa barrera por parte del Templo del Tiempo.
La Ciudad estaba llena de miembros del Templo del Tiempo, cada uno en máxima alerta.
Quedaban menos de dos días antes de que Avilia fuera asesinada. Si Gabriel iba a venir alguna vez, el Templo del Tiempo creía que este era el momento.
El Segundo Jefe del Templo del Tiempo, quien parecía un niño pequeño, estaba sentado en el trono en el Lugar Real, mirando perezosamente a la mujer en medio de la sala.
Las manos de Avilia estaban atadas con unas misteriosas esposas del Templo del Tiempo, que le hacían imposible invocar cualquier cosa. En cuanto a su fuerza, tampoco era suficiente para romper esas esposas.
—Eres una tonta si crees que él vendrá a salvarme —A pesar de estar presa, el rostro de Avilia estaba perfectamente tranquilo, como si no tuviera miedo de su próxima muerte.