Jadeante y cubierto de sudor, Kaizen se sentó en el suelo, apoyándose en la Espada del Rey.
—Huff... Huff... Eso fue muy tenso —exasperó Kaizen.
Mientras la nieve caía suavemente a su alrededor, Kaizen sintió un sentido de triunfo y gratitud llenar su corazón. Esbozó una amplia sonrisa y levantó la cabeza para mirar al cielo, sintiéndose aliviado mientras su corazón latía frenéticamente. Sabía que había sido llevado al límite.
Levantándose lentamente, Kaizen miró alrededor del patio del templo, apreciando la belleza y grandiosidad del lugar. La nieve cubría suavemente los restos de la batalla, creando un ambiente pacífico y sereno.
—¿Y ahora? ¿Dónde estaré? —se preguntó a sí mismo, abriendo su mapa.