La madera que conformaba Yggdrasil tenía un tono plateado resplandeciente, distinto al de cualquier otro árbol que el grupo hubiera visto jamás. Emitía un suave resplandor, como si estuviera impregnada de poder mágico.
Mientras escalaban algunas ramas al lado del tronco, el tacto de la madera enviaba vibraciones sutiles a través de sus manos, como si estuvieran en comunión con la misma esencia del árbol.
Las ramas, como se ha mencionado, eran a veces enormes, en ocasiones tan pequeñas como ramitas ordinarias, creando una red compleja de caminos y pasajes. Algunas de las ramas grandes eran lo suficientemente anchas como para que el grupo caminara cómodamente, mientras que otras eran estrechas y requerían un balanceo cuidadoso.
Las ramas se cruzaban en muchas direcciones, formando una intrincada red que se extendía hasta donde alcanzaba la vista.