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El fragmento de memoria que Angakok había proporcionado hoy a Max era uno especial.
El mayor logro del Dios Chamán parecía provenir del hecho de que había matado al dios marino Poseidón y esclavizado a su bestia mascota, el Kraken.
Esa hazaña era parte del canto que se usaba para invocarlo, y hoy había decidido compartir con Max un pequeño fragmento de aquella batalla.
Una vez que Max se sumergió en el paquete de memoria, parecía estar en medio del océano, pues todo lo que alcanzaba a ver era agua con una pequeña isla que no medía más de unos cientos de metros de longitud, siendo la única pieza de tierra a su alrededor.