Max observaba los ataques de Benedict como un halcón.
Durante los primeros 2 minutos del combate, parecía que Benedict tenía el control total, ya que Max se veía completamente a la defensiva.
—¿Qué pasó Max, a dónde fue esa charla de chico duro? —preguntó Benedict mientras sonreía y lanzaba su espada hacia el abdomen de Max, quien la paró con la suya.
Max se mantenía absolutamente tranquilo a pesar de la provocación del adversario, ya que sabía que, a diferencia de lo que parecía al público, el verdadero individuo controlando el ritmo de este combate no era Benedict, sino él.
—¡Cien cortes de espada! —gritó Benedict mientras desataba su primer movimiento especial, su espada se transformaba en un torbellino de movimientos mientras cien tajos se dirigían hacia Max.
—Cien —Max intentó parar tantos como pudo y logró defender con éxito sus órganos vitales, sin embargo, todavía fue cortado a lo largo de sus brazos y piernas mientras Benedict obtenía la primera sangre.