—Desearía que hubieras sido alguien sediento de sangre, entonces tal vez hubiera podido esforzarme al máximo y nuestra épica batalla habría pasado a la historia —bromeó Blake mientras se sentaba al lado del general orco y sacaba dos jarras de cerveza—. Hoy, bebemos como hermanos. Pero debes saber que tú y tus hombres estarán bajo un contrato para asegurar que nunca me traiciones. No somos como el clan orco. No puedes levantarte y pensar en derrocar al líder. Mis ideales son para relaciones pacíficas entre razas. No lucharé a menos que sea provocado. Creo que, de todos los orcos en el clan orco, tú eres diferente al resto. Esa sensación la tuve cuando te conocí, por eso te di el ultimátum. De lo contrario, habría luchado una sangrienta batalla a muerte con ustedes por intentar dañar a mi gente y a la familia de mi esposa.