Asher se preocupó ya que, si Rowena moría, él estaría tan muerto como ella. Vio cómo el dragón llamado Mevnir aún escupía fuego donde estaba Rowena con la misma mirada resentida que tenía Iryna. El intenso calor de sus llamas era suficiente para hacer colapsar a la mayoría de los vampiros en la sala, incapaces de soportar el calor.
Además, estaba utilizando sus largas colas espinosas gemelas para espantar y aplastar a algunos de los nobles en la sala. Estaba derramando sangre y sembrando el caos, convirtiéndose en un ser de pesadilla para esta gente en la sala.
Esto solo permitió que los hombres de Iryna recuperaran la ventaja de nuevo, ya que podían resistir el calor.
Pero de repente, todo el suelo tembló, y la sala entera se pintó con una luz carmesí oscura como si todo el lugar se estuviera ahogando en sangre.
No solo Asher, todos los demás se sentían como si su propia sangre los asfixiara y se calentara desde dentro.