Posados en el tejado, observaron cómo los soldados se apresuraban por las calles buscándolos, sin embargo, su escondite permaneció sin ser descubierto.
A medida que el sol comenzaba su descenso, se percató de la avanzada hora. Su mirada se desvió hacia Teuila, quien yacía boca arriba, sus ojos fijos en el cielo.
—Quiero comprar algo de chocolate —dijo—. La tienda debería seguir abierta. Tenemos suficiente tiempo para ir a comprar algo. ¿O prefieres esperar aquí, su Alteza?
Teuila se sentó, su expresión seria. —No me llames 'su Alteza', idiota. Pero sí, vamos.
Archer levantó a Sera y la colocó en su hombro mientras bajaban del tejado. Teuila se puso la capucha y lo siguió.
Tras caminar un poco, se encontraron fuera de la tienda de Dulces Pegajosos que Archer había visitado años atrás.
Al entrar, el olor a chocolate les golpeó la nariz, y a ambos les encantó. El tendero, Garret, levantó la vista y sus ojos se agrandaron.