El ataque del Rey Bestia avanzó impetuoso, provocando que el propio aire temblara con su crudo poder. Las ráfagas aullaban mientras se conformaban en la gigantesca cara de simio, flotando amenazadoramente por un momento antes de precipitarse hacia Rain.
Con una respuesta rápida como un rayo, Rain elevó sus robustos guardabrazos para defenderse del inminente embate. Cuando el ataque impactó, fue algo catastrófico. La cara de mono formada por el viento colisionó con las defensas de Rain, resultando en una explosión de fuerza atronadora que irradiaba hacia afuera como una onda expansiva.
Aunque Rain logró protegerse de lo peor del ataque, el mero poder de la ráfaga de viento causó estragos en todo su camino. Una amplia franja de destrucción, que se extendía por más de doscientos metros, emanaba del epicentro de la colisión. Edificios se derrumbaban, árboles eran arrancados de raíz y el mismo suelo se rasgaba asolado por la fuerza implacable.