El sol brillaba intensamente, el cielo ardiendo en tonos naranjas y rojos como si estuviera encendido por la presencia de la armada Stellaris.
Anclado en lo alto de una gran colina con vistas a Espiral de Cuervo se encontraba la propiedad Ravenstein, una estructura imponente ahora ensombrecida por las figuras ardientes que se cernían en el cielo.
La armada Stellaris, numerosa y masiva, flotaba como bestias nacidas del propio sol, sus cascos brillando naranja, reflejando el resplandor de la estrella en la que se basaban sus poderes.
La mera presencia del ejército Stellaris parecía hacer que el sol brillara aún más fuerte, con la temperatura subiendo constantemente a medida que avanzaban.
Arriba, las naves de guerra pulsan con la energía del sol, sus motores emitiendo luz naranja que derramaba sobre la tierra, proyectando largas sombras parpadeantes sobre la colina.