Era como si cada uno pudiera leer la mente de Atticus. Todos sentían sus corazones temblar, sus figuras sutilmente retrocediendo.
Todos estaban atados, habiendo sido capturados antes de que pudieran reunir suficientes puntos para desbloquear alguna de sus habilidades. Muchos de ellos tenían al menos una extremidad faltante.
A pesar del miedo, no se podía escuchar ni una sola palabra.
Las esferas de agua habían envuelto cada uno de sus rostros. La única razón por la que podían respirar era porque Atticus se los permitía.
Atticus miraba fríamente a los estudiantes. Se alegraba de que no hubiera ninguno de sus aliados presente.
Había cometido el estúpido error de dejar ir al estudiante que había encontrado cuando rescató a Aurora en su campamento. Si hubiera sabido sobre el sistema de puntos y la tienda, definitivamente no habría hecho algo tan idiota. ¡Eran puntos gratis!
Daban puntos, eran enemigos, y no tenía intención de dejarlos ir.