Hace trescientos años, las cosas eran muy diferentes.
La civilización humana estaba fragmentada en varias naciones, y por ello había varias facciones opuestas con sus propios intereses individuales en juego.
La única excepción a esto... era el Gremio de Aventureros.
Los Aventureros eran partidas neutrales en la pelea entre naciones. No estaban involucrados en la política, y sus vidas sencillas no se veían afectadas por las brasas del conflicto que se esparcían entre las otras naciones.
Eran lo suficientemente fuertes para crear su propia ciudad—un refugio libre de los rigores del nacionalismo—y se convirtieron en la personificación misma de la libertad.
—Un Aventurero no sirve a nadie más que a sí mismo.
Esto encarnaba el espíritu de todos los que escogían ese camino.
Mientras obedecieras las reglas básicas de conducta necesarias para vivir en una civilización, no había restricción sobre lo que podías o no podías hacer.