—¿Tordoff? —Lila llamó su nombre nuevamente cuando su rostro se hizo claro en el pasillo—. Has vuelto.
Tordoff le sonrió. Él había extrañado esa expresión y cómo ella olía. —Así es. Miró al Hechicero—. ¿Qué haces aquí?
—Yo hice la misma pregunta —Lila cruzó sus brazos frente a su pecho.
—¿No deberías volver a tu habitación, Tordoff? —El Hechicero entrecerró los ojos hacia Tordoff, no le gustaba cuando estaba siendo acorralado por este ángel guardián y su compañero general—. Esto es el cuarto de la reina, no se verá bien si tenemos a un licántropo masculino vagando por aquí a altas horas de la noche.
—Tú tampoco deberías estar aquí —respondió Tordoff.
—Orden del rey —El Hechicero se encogió de hombros—. Me iré si dices que estás aquí para reemplazarme —Clavó sus ojos en los de Tordoff—. Pero, si no es así, por favor vete.
—¿Qué quiere el rey al hacerte guardar la puerta del ángel guardián? —Tordoff no estaba satisfecho con la respuesta del Hechicero.