—Kalle estaba desgarrada.
Se quedó de pie, con la boca abierta y los brazos caídos a los lados, al otro lado de la cama desde donde Gahrye metía camisas en una bolsa. Murmuraba para sí mismo acerca de Elia y cómo manejar esto, pero Kalle simplemente se quedaba ahí y se llenaba de la vista de sus hombros anchos y brazos fuertes, la forma en V de su cuerpo mientras se adentraba hacia sus cueros.
No quería que se fuera. Además, luchaba internamente contra la misma idea. Se sentía nauseabunda ante las imágenes mentales de decir adiós. Y furiosamente enojada. Quería pisotear el suelo y gritarle que no era justo! ¡No era su trabajo! ¡Él era su Pareja!
Pero amaba al Anima, también. Sin ellos, no lo tendría a él. ¿Había acaso un sentimiento más agridulce que la desesperación por mantener a estas personas vivas y prósperas, y saber que hacerlo significaría romper su propio corazón?