Mientras tanto, en Myreen, Maxim tuvo que tomar una decisión difícil. Después de recuperarse de sus heridas, Emmelyn aún no despertaba. Había pasado una semana y nadie podía decirle si Emmelyn despertaría alguna vez.
Maxim se sentía tan culpable y deprimido por lo ocurrido. ¿De qué sirve sacrificarse para casarse con Elise si Emmelyn terminaba muriendo?
Todo lo que quería hacer era hacerla feliz, pero lo que había ocurrido hasta ahora era lo contrario. Su amor había traído tanto dolor y sufrimiento a su vida. Si Emmelyn nunca se recuperaba, Maxim nunca se perdonaría.
—Renwyck, deberíamos volver a casa pronto —dijo Maxim a su hombre de confianza, Renwyck el mago, después de estar sumido en sus pensamientos, intentando decidir qué era lo mejor que podía hacer en esta situación.
Cada día, visitaba a Emmelyn en su habitación y se sentaba junto a su cama, hablándole de cualquier cosa. Esperaba que Emmelyn pudiera escucharlo cuando le hablaba y respondiera de alguna manera.