—Tu madre es realmente amable —susurró—. Me gusta mucho. Es como la figura materna que he anhelado toda mi vida.
—Estará feliz de saber que piensas eso de ella —dijo Marte. Estaba contento de que finalmente llegaran a este día, donde podían ser abiertos el uno con el otro y hablar del pasado con sonrisas en sus rostros.
—¿Crees? —Emmelyn le preguntó—. ¿Debería decirle cuánto la aprecio? Es tan amable conmigo.
—Puedes hablar mucho de ello cuando vengas a vivir con ella en el palacio. ¿Qué te parece? ¿Te gustaría eso? —Marte frotó sus manos y la miró profundamente. Emmelyn podía ver cuánto deseaba que dijera que sí.
Así que, finalmente, asintió.
—Está bien. Si piensas que eso sería lo mejor...
La tristeza y preocupación que sentía después de saber que Marte se iría por meses a Wintermere, ahora lentamente se disipaban.
La idea de quedarse cerca de la reina y pasar mucho tiempo con ella sonaba como un soplo de aire fresco y una distracción que necesitaba mucho.