Jiang Zihui deseaba que su corazón no se acelerara estúpidamente. Su ira fue barrida por el miedo en su pequeña voz, como una niña aterrorizada sin un guardián. Ella lo necesitaba. Necesitaba a alguien en quien confiar y que le dijera que todo iba a estar bien.
Soltó el cuello de Jiang Yinan y pasó una mano por su cabello. Respirando profundamente, cerró sus ojos tormentosos. Cuando los abrió de nuevo, había cariño en ellos. —¿Por qué estás fuera de tu cama, mi pequeña mariposa? Y tampoco llevas pantuflas. Se dirigió hacia ella, con Jiang Yinan siguiéndolo de cerca.
—Ese no es el comportamiento de una señorita adecuada —Jiang Zihui se detuvo frente a ella. Su corazón se agitó cuando ella tuvo que estirar el cuello para ver su cara. Ella estudiaba curiosamente sus rasgos, sus grandes ojos recorriendo cada rincón y escondrijo. ¿Qué estaba buscando?
—Vamos ahora, te llevaré de vuelta a la cama.