Zhao Lifei despertó con la visión extremadamente borrosa. Parpadeó varias veces para aclarar su visión mientras los recuerdos de lo que sucedió antes de que perdiera la conciencia inundaban su mente, provocándole un fuerte dolor de cabeza.
Se quejó mientras alzaba la mano para frotarse la frente, pero encontró que sus manos estaban firmemente atadas. Cuando finalmente su visión se aclaró, registró su entorno. Estaba en un almacén vacío con sus manos atadas detrás de una silla, a juzgar por las cajas vacías en la esquina y la estructura metálica.
—Qué cliché —murmuró y rodó los ojos ante esta escena. Ya podía adivinar lo que le iba a suceder. Ya había experimentado ser secuestrada varias veces antes. Era el precio que venía con ser la preciada nieta de Zhao Moyao y en el pasado, la futura Señora Zheng.
Para probar la fuerza y la pericia de los secuestradores, tiró de sus muñecas y descubrió que estaban perfectamente atados, donde cada tirón o movimiento solo los apretaría más.