Cuando Theron se despertó esa mañana, el día le pareció particularmente hermoso y refrescante a pesar de la agotadora noche anterior. Con los ojos aún cerrados y una sonrisa de satisfacción persistiendo en sus labios, sus manos buscaban en el espacio a su lado, queriendo arrastrar aquel suave cuerpo contra el suyo, pero lo encontró vacío.
Fue cegado momentáneamente cuando abrió los ojos. Sus cortinas estaban abiertas y la luz brillante del sol llenaba su cámara, sin embargo, todos esos detalles palidecían ante el dulce aroma que había dejado en sus sábanas.
—¿Ya se habrá ido? Debe ser tímida con cuán locos estuvimos toda la noche —la sonrisa complaciente en sus labios se ensanchó mientras miraba el techo—. Este es el sueño más pacífico que tuve después de tanto tiempo.