—En el momento en que Esther salió de aquel antiguo templo, murmuró algo con los ojos cerrados, y al siguiente momento, apareció de vuelta dentro del actual Templo de lo Divino en las afueras de la capital.
Se encontró dentro de la sala de culto del templo donde el Sumo Sacerdote ya estaba presente como si esperara su llegada. Se inclinó para saludarlo.
El Sumo Sacerdote también se inclinó en respuesta.
—Espero que Su Majestad haya obtenido una respuesta de su visita a mi maestro —dijo él.
Ella asintió, pero la decepción era evidente en sus ojos. Ni ella ni Theron querían ceder a la demanda del Diablo, y tampoco podía permitir que su esposo soportara la maldición en su cuerpo. No había manera de transferir la maldición del invocador a otro. Entonces...
Soltó un suspiro tembloroso mientras tomaba una decisión.
—Quiero invocar al Diablo —declaró.