Cuando Seren se despertó al día siguiente, Drayce ya se había ido. Miró el espacio vacío en su cama y esta vez, no había nadie en la habitación de pie junto a la ventana.
—¿Ya se fue? —De inmediato se incorporó en la cama, solo para ser recibida por sus sirvientes.
—Buenos días, Su Majestad.
—¿Dónde está Su Majestad? —preguntó ella, aunque él le había dicho que se habría ido para cuando ella despertara. Aún así, ¿y si él estaba tomando su comida matutina y tal vez ella podría acompañarlo antes de que se fuera?
—Su Majestad el Rey Drayce salió del palacio temprano en la mañana —informó Marie.
Dijo que volverá en dos días. Está bien. Lo esperaré —se consoló Seren. No tenía idea de por qué, pero se sentía vacía por dentro al pensar en el hecho de que no podría ver a ese hombre de ojos rojos en los próximos dos días.