Al día siguiente, Seren se despertó y Drayce no estaba. Sus sirvientes y damas de compañía llegaron a su cámara mientras esperaban a que ella despertara.
—Buenos días, Su Majestad —saludaron los sirvientes.
Seren les miró y se sorprendió al ver a sus tres damas de compañía presentes en su alcoba también. Cada mañana, siempre eran Eva y Marie quienes venían a su habitación y la ayudaban a alistarse mientras sus damas de compañía llegaban más tarde, después de organizar otras cosas para ella como su comida matinal y la planificación de su horario para todo el día.
—Buenos días —Seren les saludó de vuelta y preguntó—. ¿Hay algo especial hoy?
La señorita Xena sonrió:
—Su Majestad, no hoy pero es mañana. La boda real.
Con la mención de la palabra boda, la somnolencia que sentía se desvaneció. 'Olvidé la boda. ¿Mañana? Finalmente, está aquí.'
—Su Majestad, a partir de hoy tendremos que cuidarla para prepararla para la boda —informó la señorita Xena.