—Por aquí, Veah —indicó Estelle, haciendo un gesto hacia adelante.
—Conozco esta Fortaleza mucho mejor que tú, Elle. No necesito una acompañante —señaló lo obvio Neveah, encontrando divertidas las acciones de Estelle.
—Y tú no tienes por qué ser un aguafiestas tampoco —replicó Estelle.
Neveah levantó las manos en un gesto de rendición, acatando la guía de Estelle. Siguió a Estelle por los pasillos de la Fortaleza hasta que salieron de la fortaleza y llegaron al patio.
Neveah fue guiada a través del patio hasta que llegaron al mismísimo centro de este, la parte por la que todos tenían que pasar al entrar o salir de la fortaleza.
Era precisamente donde Neveah había sido forzada a arrodillarse y despreciada por todos en la fortaleza.
Fue en esta plataforma donde Menarx había colocado una silla grande y se sentó allí, sorbiendo de un cáliz en su mano mientras examinaba un gran pergamino desplegado en una mesa frente a él.