Menarx entró en su habitación, soltando un leve suspiro de placer al ver que lo primero que sus ojos encontraban era a Neveah, acurrucada en su cama, aún profundamente dormida.
—Esta es una vista a la que podría acostumbrarme —murmuró Menarx para sí mismo.
Toda la tensión que Menarx había estado sintiendo se disipó así como así y una pequeña sonrisa se asentó en sus labios al cerrar la puerta tras de sí.
—Narx —musitó Neveah con un tono cargado de sueño, volteándose en la cama para quedar de frente a la puerta.
Sus ojos somnolientos estaban fijos en él y Menarx se encogió con una expresión de disculpa.
—No quería despertarte —dijo Menarx mientras caminaba hacia la cama.
—No me importa... De todos modos no duermo tan profundamente —respondió Neveah con una leve sacudida de cabeza, su mirada seguía a Menarx mientras llegaba a la cama y se sentaba al lado.
—¿Cómo te sientes con respecto a todo esto... realmente? —preguntó Menarx, la cuestión que había pesado tanto en su mente.