—¿Y cómo podrías estar segura... nunca la conociste, ¿verdad? —la mujer respondió en un susurro bajo.
—Tú no eres ella —Neveah dijo de nuevo, sus ojos parpadeando cerrados para contener sus emociones.
—Quizás... pero podría contarte sobre ella si quisieras —la mujer ofreció con una risita silenciosa.
—¿Cómo sabrías algo de mi madre? —Neveah preguntó con el ceño fruncido.
—Hay cosas que tu corazón sabe... pero tu mente no. Podría mostrarte tu corazón... y a cambio, debes darme tu vida —la mujer regateó.
—¿Por qué estaría dispuesta a hacer tal intercambio? —Neveah preguntó en tono bajo.
—No necesitas estar dispuesta. ¿Dónde está tu furia? ¿Dónde está tu fuego? ¿Por qué no consigues mover tus propios pies? —la mujer provocó.
—En este mundo, solo tu peor pesadilla te debilita.
—Tu anhelo por alguien que nunca has conocido, ¿no es la mayor cadena alrededor de tu corazón? —la mujer preguntó de nuevo.