Xenon ascendió el último tramo de escaleras que conducía a la torre, una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios cuando puso los ojos en ella.
La ansiedad que sentía se calmó al instante, y respiró un profundo suspiro de alivio.
Por un momento, se había preocupado, pero allí estaba ella, su negra cabellera cayendo en cascada sobre su espalda en ondas, vestida con un elegante traje del tono del azul,
A pesar de que la oscuridad cubría el cielo y la luna aún no había salido, Xenon aún podía verla perfectamente incluso en la oscuridad.
La visión nocturna era solo una de las muchas ventajas de ser un dragón, y poder ver la belleza claramente en la oscuridad era algo insignificante, pero aún así hizo sonreír a Xenon.
Todo en ella hacía sonreír a Xenon, era el centro de su felicidad... su mundo, su todo de verdad.
Xenon sabía que ella aún no había sentido su presencia y por eso silenciaba sus pasos hasta que estuvo justo detrás de ella.