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—Buenos días —saludó Yu Qi.
—Buenos días, Hermana Yu Qi —respondió Chang Mo Mo con una sonrisa.
—Buenos días, Señorita Yu Qi —Shi Yuan asintió y volvió a cocinar.
—Hermana Yu Qi, ¿dónde está Aoi? —un niño preguntó por Aoi.
—Ya se despertó. Probablemente esté afuera. Tal vez haciendo sus cosas —Yu Qi se rió.
—¿Haciendo sus cosas? Hermana Yu Qi, Aoi es un perro, no un humano.
—Sé que está echando su mierda —dijo uno de los niños.
—Abuelo Chang, gracias por dejarme quedarme —dijo Yu Qi.
—No es nada. Ya has hecho mucho por los niños —Chang Yu Qian negó con la cabeza.
—Hermana Yu Qi, ¿cuándo vendrás de nuevo? —uno de los niños preguntó.
—Vendré cuando tenga tiempo libre —Yu Qi acarició a los niños que le estaban preguntando—. Pueden jugar, pero no descuiden sus estudios. Esa es su única arma —Yu Qi les aconsejó.
—Kang An, lleva a la Señorita Yu Qi a la estación de autobuses —ordenó Chang Yu Qian a Chang Kang An.