El doctor Chou no dudaba de sus palabras. Conocía a Xie Jie desde que era un bebé en brazos de su padre, así que por supuesto estaba completamente consciente de lo afilada que era la lengua de Xie Jie cuando se trataba de burlarse de otros. Aquellos que no sabían nada acerca de Xie Jie pensaban que se quedaba callado porque no le gustaba hablar, pero la verdad era —Xie Jie se quedaba en silencio porque era plenamente consciente de lo peligrosas que podían ser sus palabras.
Hubo una vez que alguien enfadó a Xie Jie y luego terminaron siendo regañados por Xie Jie. Ese pobre tritón ni siquiera sabía qué clase de diablo había ofendido pero para cuando Xie Jie dejó de hablar, ese tritón lloraba hasta que las lágrimas y los mocos le embarraban la cara.